miércoles, 26 de marzo de 2008

ADELBA / asociacion de diabéticos

Luisa Mª Luengo Galán / Presidenta de Adelba

«En Adelba hacemos bastantes actividades para los niños con diabetes»

Se llama Maria Luisa Luengo Galán y es, desde hace poco más de un año presidenta de la Asociación de Diabéticos para La Bañeza y Comarca –la primera asociación de diabéticos de toda la provincia de León, que este próximo 2 de Diciembre cumple ya 15 años desde su fundación.–
«La Bañeza Hoy», interesada siempre en conocer todo lo que pasa en nuestra ciudad, quiso saber más cosas de ADELBA y de los diabéticos, así que nos acercamos hasta María Luisa, su actual presidenta. María Luisa, conoce esto desde muy cerca. Ella es diabética desde los 9 años y miembro de esta asociación desde que se fundó en el año 1.985 por Ramón Marcos Carracedo, su anterior presidente.

«Los diabéticos en ADELBA nos
ayudamos los unos a los otros»

P.:– ADELBA es la primera asociación de diabéticos que se creó en la provincia.
R.:– Sí. La asociación se fundó hace 15 años. La fundó Ramón Marcos Carracedo, su anterior presidente.
P.:– Pero tú conoces ADELBA desde el principio.
R.:– Sí, yo me integré en la asociación desde el principio. Yo fui la primera niña diabética que hubo en La Bañeza y mi caso era conocido porque era un poquito especial, así que las personas se encargaron de hacer la asociación enseguida se acordaron de mi y me ofrecieron entrar, aunque yo antes ya había estado en una asociación de Madrid y luego en otra de Valladolid que tenía hasta su propio periódico.
P.:– ¿Cómo era la Asociación en el principio?
R.:– Al principio se reunían un grupo pequeño de diabéticos. No teníamos local y no teníamos nada. Entonces el Círculo Mercantil Bañezano se ofreció a dejarnos su local que no era el actual casino, y allí nos reuníamos. Se hablaba de cualquier cosa relacionada con la diabetes, se llamaba a médicos del centro, a especialistas, a endocrinos... gente interesada, maja, que te quería ayudar, que te sacaba de roles que tenías... Y poco a poco se fue conociendo gente y se la decía «oye ¿tú eres diabético? Pues tenemos una asociación y tal». Y así fue creándose la asociación. «Oye, ¿quieres que dentro de 15 días vengamos? Venimos a tomar un café y tal», y al principio no venía nadie, estaba Ramón, Mercedes, Luisa, Herminio, yo también iba... éramos cuatro y medio y bueno, poco a poco la gente fue dándose cuenta de que una asociación les podía ayudar, que podían preguntar cosas, que el médico vas allí y ellos creen que muchas cosas las tienes que saber por lógica, y hay montones de cosas que no se dicen en una consulta del médico, hay derechos que los diabéticos no saben que tienen y los tienen.
P.:– ¿Por ejemplo?
R.:– Pues por ejemplo que tienes un niño pequeño que es diabético que lo tienen que admitir en un colegio
P.:– Pero ¿Ha habido algún caso de discriminación a algún niño diabético?
R.:– Ha habido un caso no hace mucho tiempo con una persona diabética muy pequeña a la que no querían dejar entrar en un colegio y ahí estuvo la Asociación.
P.:–¿ Aquí? ¿en La Bañeza?
R.:– No en La Bañeza, sino en la Comarca.
P.:– No sabía yo que había discriminación a la gente diabética.
R.:– Yo jamás la tuve, bien por desconocimiento o por lo que fuera. Dijeron que yo era diabética, no se conocía ninguna niña diabética. Yo tenía 9 años, y yo fuí al colegio y a mi nunca me paso nada. Estudiaba como las demás, era una persona como las demás sólo que mis comidas eran distintas.
P.: –Me has dejado sorprendido, nunca imaginé que se hubiese dado algún caso de discriminación a un diabético, y menos a un niño. ¿Por-qué os discriminan?
R.:– Pues en realidad no se sabe a qué se debe esa discriminación. Yo pienso que es por falta de conocimiento de profesores y de más gente de lo que es la enfermedad, porque si ellos vieran que lo único que tienen que hacer es que si ven mareado al niño le das un azucarillo y punto, y no pasa nada más. Y que si no se le pasa pues llamas a los padres y al centro de salud. Es mucho más fuerte cualquier otra enfermedad. Los diabéticos a lo largo de la historia hemos podido hacer de todo. Ha habido grandes personajes en el mundo diabéticos.
P.:– ¿Por ejemplo?
R.:– Julio Verne, Cesanne... personajes de la historia que han hecho una vida normal y corriente. Nosotros podemos hacer de todo, de todo. Hay diabéticos profesores, locutores de radio, médicos...
P.:– Ya que tu conoces muy de cerca la diabetes ¿Cómo es la vida de un diabético?
R.:– Normal. A mi no me cortó para nada, aunque yo tenía una educación diabetológica y yo sabía de esto puedo comer tal cantidad y tal. Yo estuve haciendo exposiciones de pintura por España y el extranjero y a mi nunca me impidió nada la diabetes.
P.:– ¿Qué edad tienes ahora?
R.:– Cuarenta y cinco años.
P.:– ¿Y con que edad te diste cuenta que eras diabética?
R.: Con 9. Me decían «bueno, tienen una vida de 20 años» y tal. Había muchísimas complicaciones. Hoy en día los niños diabéticos no van a tener las complicaciones que yo tuve, porque lo de la vista no le va a llegar a ninguno.
P.:– Claro, porque se les tra-a luego.
R.:– Y a parte de eso a mi me hicieron la primera vitrerestomía.
P.:– ¿La primera qué?
R.:– Vitrerestomía, es una operación que hay que hacer en mi caso para limpiar el vítreo porque el vítreo se mancha de sangre y te quedas ciego sin remedio. La primera operación de ese tipo que dió resultado en Castilla y León fue la mía. Fue un acontecimiento. Era la primera vez que una persona diabética conseguía ver. Volví a perder la vista otras tres veces, y siempre diciéndome lo mismo «no hay remedio», pero sí, sí hay remedio, hay que conseguirlo, hay que ser optimista. Hoy en día a un niño diabético eso ya no le pasa.
P.:– Hablando de niños diabéticos ¿Cuantos niños diabéticos hay en ADELBA?
R.:– No sé decirte el número porque se han hecho bastantes niños socios estas semanas. Tenemos desde una niña de 4 años a jóvenes de 16-18 años y gente que ha estado de niños y sigue ahí. Los niños y los padres de estos niños están viendo que hay bastantes actividades, y luego los medios de comunicación estáis difundiendo y contando lo que estamos haciendo: que tenemos reuniones, grupos de autoayuda y relajación.
P.:– El año pasado Ramón me decía en otra entrevista que hay mucha gente diabética en la comarca que no está en la Asociación ¿Qué le dirías a un niño diabético para que entre en la asociación?, porque igual desde fuera pueden ver esto como algo aburrido y sólo para mayores.
R.:–Le puedo decir que hacemos todo el tipo de cosas que les gustan: manualidades, juegos, se les manda a una colonia, bueno, yo lo llamo colonia pero son grupos de integración, campamentos. La Asociación de Diabéticos de La Bañeza –que no todas lo hacen– da unas becas para los niños que quieren ir. Y es que las colonias son muy positivas para los chavales, allí realmente es donde se forma el niño diabético, allí es donde ellos ven que pueden comer de todo, que pueden hacer de todo, siempre en unas cantidades y con unos controles. Allí ellos se dan cuenta que no les pasa nada, que tienen que ponerse una inyección, hacerse unos análisis, y que llevan un régimen. Nada más.
P.:– Háblame un poco más de los niños y de los padres de niños diabéticos.
R.:– Pues es lo que decíamos antes de la educación diabetológica. Hay padres que no saben qué hacer cuando le pasa tal cosa a un niño diabético, y para eso estamos nosotros aquí, para compartir experiencias y para dar a conocer más cosas sobre esta enfermedad. Mira, el otro día me pasó un caso de una madre que me llamó a la una de la madrugada por su hijo y yo, como he sido diabética desde niña, sé lo que pasa y conozco cosas de la enfermedad, y la ayudé. Aquí, en la asociación estamos para eso, para ayudarnos.
P.:– O sea, que se puede decir que sois un grupo de amigos.
R.:– Bueno, este sólo es un caso, pero sí. Nos reunimos, hacemos cosas en común y compartimos experiencias. Nos ayudamos los unos a los otros en todo lo que podemos
En este caso luego la madre me decía «perdona por las molestias y tal», pero estamos para eso, para ofrecernos ayuda mutua.
P.:– Ya para terminar, sé que el día 2 de diciembre vais a hacer unos actos en conmemoración del 15º Aniversario de la Asociación, pero a parte de eso, en lo que queda de año ¿váis a hacer alguna cosa más que ya tengáis prevista?
R.:– Bueno, te adelanto que en los actos haremos una entrega de placas a dos personas muy queridas que han hecho mucho por la asociación, una es Ramón y otra es Pedro, pero aparte de eso dentro de poco haremos un viaje a S. Isidro con todos los socios.

Alvaro Llanos Alija / Oficial Jefe de la Policía Local

Alvaro Llanos Alija / Oficial Jefe de la Policía Local

«Nuestro trabajo es una labor preventiva»

-Esta semana nos interesamos por la labor que desarrolla la Polícia Municipal de nuestra ciudad, y nos acercamos desde «La Bañeza Hoy» a la Comisaría de Policía. Allí nos encontramos con Álvaro, «el cabo», quien respondió amablemente a las preguntas que le formulamos y nos contó cómo es el trabajo de un policía local. Nuestros agentes en La Bañeza hacen de todo desde atender llamadas particulares para ayudar a un vecino que se ha dejado las llaves dentro a entrar en su domicilio hasta perseguir ladrones. Pero de las habituales labores de regular el tráfico y retirar los coches mal aparcados a veces pasan a intentar sofocar incendios.
Una docena de agentes velan por nuestra seguridad, y en la Plaza Mayor ayudan a turistas, dan direcciones de calles, velando por la paz y el buen orden.

E. GARCÍA / 24 OCT. 2000
P.:–¿ Cómo trabaja la policía municipal?
R.:– Existen tres turnos: de 6 a 14 horas, de 14 a 22 horas y de 22 a 6, y lo mismo se atiende una llamada porque ladra un perro y no deja dormir que se va a una pelea que se pueda producir en cualquier sitio o se va con la grúa a por un coche que alomejor a las dos de la mañana está en un vado y tiene que salir un usuario y no puede. Nosotros atendemos llamadas desde la del ladrido del perro que te he dicho antes hasta lo que te puedas imaginar, intervenimos en lo que nos requieren para ello.
P.:–¿ Cual es el caso más llamativo que habéis tenido?
R.:– Afortunadamente de orden publico no se dan casos muy importantes. Robos como el de Caja España de hace ocho días no se producían, que yo recuerde, en seis o siete años.
P.:– ¿Cual es el servicio más habitual que prestáis a la ciudadanía?
R.:– El tráfico. Atenciones de regulación de tráfico o que hay un coche mal estacionado, que te llaman porque se han olvidado la llave dentro del piso y hay que abrir la puerta para que puedan entrar. Nuestros servicios son muy diversos, no hay cosas concretas. Te pueden avisar para decirte que hay una acera que está rota hasta para avisarte de que una persona se ha caído y se ha lesionado y hay que acompañarla al Centro.
P.:– ¿Qué plantilla de policía municipal tiene en la actualidad en La Bañeza?
R.:– Somos doce agentes.
P.:– ¿Y con doce agentes podéis cubrir todos los servicios?
R.:– No estamos sobrados, la verdad. De esos 12 hay que descontar los que están descansando, que hay dos días de descanso a la semana. Son tres grupos de cuatro, y siempre hay un grupo de descanso, como es lógico, entonces me quedan de efectivos ocho, de los cuales uno descansa de vacaciones anua-les. De esos ocho quita uno y ya quedan siete. Hay dos agentes de noche y tres de día en un relevo y tres en otro y para de contar. Eso no contando que pueda haber una baja.
P.:– Bueno, en caso de necesidad tenéis a la Guardia Civil cerca.
R.:– Sí, hay una colaboración total y absoluta, pero tu piensa que la atención en accidentes de tráfico en casco urbano es competencia de la policía local. La Guardia Civil a veces nos echa una mano, y muy agradecido, –tenemos unas relaciones buenísimas –, pero los cometidos de cada uno son los cometidos de cada uno.
Ahora están convocadas dos plazas más, y van a empezar los exámenes el día 24, pero tenemos una edad ya muy alta en la media de plantilla y de aquí a tres años empezaran ya las jubilaciones y habrá que suplirlos de alguna forma.
Según la legislación por cada mil habitantes tiene que haber un policía y medio.
P.:– Pues aquí nos falta el medio.
R.:– Exacto, aquí en La Bañeza, según el último censo que dió algo más de diez mil personas, tendría que haber diez policías y cinco medios, o sea un total de quince, y somos doce.
P.:– ¿Cuanto tiempo tarda en formarse un policía local?
R.:– Una vez que se hacen los exámenes y se aprueba la oposición los agentes tienen que ir seis meses a la academia y aprobar el curso.
P.:–Cambiando de tema ¿Qué tal conducimos en La Bañeza? ¿Y que tal aparcamos?
R.:– Bueno, hay de todo, generalmente la grúa es efectiva.
Hace unos días en una calle se ha puesto la señal de prohibido aparcar y se ha dejado cuatro días de margen para que la gente se vaya enterando, pero como han pasado cuatro días y dos mas y parece que no se han enterado pues ya se está, lo puedes ver, procediendo a retirar vehículos con la grúa.
Y es que hay de todo. Suele pasar que un señor para en doble fila en la calle para ir a hacer una gestión bancaria, y ese señor debe pensar que en el banco le están esperando diez empleados para atenderle a el nada más entrar, no sé da cuenta que hay una cola de treinta, y claro, lo que pensó que iban a ser cinco minutos se le ha convertido en media hora, y se encuentra con que el coche se lo ha llevado la grúa. El modus operandi de la grúa es no porque haya un coche mal estacionado va y se lo lleva, sino que da una vuelta y lo ve, toma nota, y al de veinte minutos o media hora pasa otra vez y el coche sigue allí entonces se procede a la retirada del vehículo. Hay veces que sale el dueño y te dice «que sólo han sido cinco minutos» pero ha pasado media hora.
Y a en cuanto a cómo conduce la gente, pues bien. Hombre, siempre hay alguno que anda haciendo el gamberro, pero en general se conduce bien, aunque tenemos el problema de las mo-tos pequeñas, que en una persona adulta hay otra mentalidad, pero un chaval de 16 años no tiene experiencia y cree que por andar por aquí sin casco no hay peligro, que sólo es en la carretera, pero según las estadísticas donde se registran lo accidentes mortales es en el casco urbano porque en la carretera –y yo tengo experiencia de moto– tienes un campo de visión muy largo, mientras en la ciudad si vas por esta calle, aunque no vayas rápido, te puede salir un niño de entre dos coches que estén aparcados y es inevitable. Los golpes de la cabeza sin casco contra el asfalto, contra un bordillo o contra un semáforo son mortales.
P.:– Hablemos de los fines de semana.
R.:– Los fines de semana, por un lado afortunadamente y por otro desgraciadamente, ya no son lo que eran. Me refiero a que hace de un año a esta parte –excepto ocasiones puntuales como pueden ser carnavales o las fiestas de agosto– he notado un descenso notable en la afluencia de personal. Esto hace dos años era gente por todos los sitios, barullo, voces..., sin embargo llevamos ya tres o cuatro meses que se nota que sí, hay ambiente hay gente, pero yo diría que menos de la mitad de la que había antes bien sea por los controles de alcoholemia, porque viene uno e un pueblo y le cazan dando superior al límite permitido, entonces se lo piensa, iban a venir a La Bañeza pero hay un control y... Luego hay otro dato muy curioso sobre las fiestas de los pueblos, que se está volviendo a los orígenes. An-tes la gente no salía del pueblo los días de fiesta, luego estaba de fiesta en el pueblo por el día pero por la noche venía a La Bañeza, y ahora se vuelve a quedar en el pueblo, porque si se bebe un poco de más... Y también se da el caso de que la gente va a otros sitios, se lo pasa de maravilla y entonces en vez de venir a La Bañeza se va por ejemplo a Carrizo. Se ha notado en los pubs, que han registrado una caída, y en el ruido. Antes las llamadas de vecinos quejándose por el ruido de los pubs igual eran tres o cuatro a la noche en distintos puntos pero ahora igual recibes una.
P.:– Hablando del ruido de los pubs ¿Se ha hecho alguna campaña de mediciones de sonido?
R.:– Sí, se han hecho muchas. La verdad es que los ruidos, salvo en alguna excepción, no es que se oiga la música en los pisos, es que el sonido se propaga por propagación molecular. Si un altavoz está mal colocado, por la estructura del edificio no se oye la música; pero en los bajos el «pom-pom» ese se nota. Yo he estado en pisos, haciendo una medición dentro de un piso y no da el mínimo establecido para sancionar. Se oye, pero no llega a los decibelios que pueden incurrir en falta.
P.– ¿Y algún problema de orden público?
R.:– De orden público algún gamberro de los de última hora que cruza algún contenedor, pero las batallas campales que teníamos hace tiempo ya no, aunque nunca falta algún susto.
P.:– ¿Qué destacarías de la policía municipal?
R.:– A mi lo que me gustaría destacar de la policía no es su labor, entiendo que su labor está encauzada. Hay gente que nos critica que nos ve por la calle sin hacer nada, pero es que nuestra labor es una labor preventiva, si tenemos que hacer algo es que desgraciadamente ha sucedido algo malo. Si hay ladrones vas por ellos, pero si no los hay... Lo que yo veo es que aquí hace falta personal.
P.:– Claro, porque os encontraréis situaciones...Me imagino aquel tiroteo hace un año con sólo dos agentes de servicio. Supongo que necesitaríais ayuda.
R.:– No, en aquel tiroteo no se presentó denuncia.
P.:– Ah ¿no se presentó denuncia?
R.:– Aquel tiroteo se supo porque uno de los heridos fue al médico y el médico dió parte inmediatamente, pero no se presentó denuncia formal.
P.:– Y no corrió el pánico, porque si yo voy de por la calle y oigo dos disparos...
R.:– No, porque un sábado a las cuatro de la mañana, que tiren cuatro petardos es normal, y si oyes un disparo y un petardo...
P.:– Ahora que hablas de pe-tardos a las cuatro de la mañana, recuerdo el caso de los que tiraban cohetes a esas horas intempestivas.
R.:– Cosa que ya no es habitual. Antes había unas persecuciones nocturnas. Tirar cohetes tiene la importancia que se le quiera dar. Lo que pasa que si uno está a las tres de la mañana durmiendo y de repente le tiran cuatro bombas se desvela.
Aquí ha habido un acuerdo entre los posibles tiradores de cohetes y nosotros. Si se quiere tirar cohetes vale, pero hasta las once de la noche, y ahora viene la gente por aquí y nos dice: «mira, que tenemos una boda mañana ¿podemos tirar cohetes?» Y se les dice que sí, pero que hasta una hora prudencial. Que me dicen que hasta las once y media e incluso las doce, vale, pero de ahí para adelante que se le pille se lleva a Subdelegación de Gobierno, y ya no se producen aquellas cacerías de tiradores de cohetes.
P.:– Ahora que me acuerdo vosotros también habéis hecho labores de extinción de incendios.
R.:– En La Bañeza no hay bomberos, son unos voluntarios que están ahí. El teléfono de bomberos es de la policía, que es en donde se puede recibir una llamada porque hay personal para atenderla. Nosotros tenemos que localizar a los del camión, el del camión está dispuesto a echar una mano pero no tiene porqué estar al lado del camión, puede estar en su casa o tomando un café en un bar, aunque normalmente los tienes localizados porque te dicen «si no estoy en casa estoy en tal sitio». Yo entiendo que el que está al lado de su casa y se le puede quemar cada minuto se le hace una hora y cuando llegas ahí y han pasado diez minutos en el mejor de los casos, al tío le ha parecido cuatro horas y te montan unas broncas que son terroríficas. Luego cuando se pasa el susto igual te dicen «perdona, pero yo es que cuando ví aquello y tal». Es una reacción lógica de una persona que se ve impotente
P.:– O sea, que sois muchas veces los primeros en llegar a un incendio.
R.:– Si, tenemos incluso unas bombas explosivas por deflagración útiles para fuegos en un sitio cerrado. Por ejemplo, que se está quemando una cocina, metes una bomba de esas y por la deflagración quita el oxigeno y se apaga el fuego, pero cuando el fuego es en un sitio exterior no se pueden utilizar.
P.:–Claro. Ahora recuerdo un fuego hace unos años en el Zeus en el que intervinisteis
usando extintores.
R.:– Sí llevamos un extintor en el coche pero eso es para un momento determinado, porque si se quema un tejado a ver que haces con un extintor.

Marceliano Alonso García: / peluquero

Marceliano Alonso García: / peluquero
«Mi vida es la peluquería»

-Empezó de pinche a los 6 años, y a los 12 marchó a Gijón “a buscar fortuna”. Allí trabajó en una peluquería importante y se casó, pero “le tiraba” su Bañeza y vino un año a ver si aquí podía montar su negocio con éxito y lo logró. Hoy lleva 46 años de peluquero y tras 30 años en la avda. Primo de Rivera tuvo que empezar de cero y montar de nuevo su negocio pa-ra no fallar a sus clientes de toda la vida. Hoy esta buena persona, casado y padre de 3 hijos, sigue ahí, en Briva Miravent, haciendo lo que siempre le ha gustado: cortar el pelo.

L.B.H.:— ¿Cuantos años llevas de peluquero?
Marceliano:— 46 años. Llevo toda una vida dedicado a la peluquería. Comencé de pinche con 6 años. Los primeros pasos los dí en mi barrio, en el Polvorín, y luego ya bajé para aquí, para el centro. Es-tuve en dos peluquerías de niño, de 6 hasta los 12 años. A los 12 años me marché para Gijón, y allí estuve diez años. Me casé allí en Gijón y me vine a buscar fortuna aquí, a mi pueblo. Tenía la idea de estar un año y si no me funcionaba bien me marchaba para Gijón definitivamente, y monté mi primera peluquería, mi propio negocio –aquella de arriba de Primo de Rivera–, y allí estuve 30 años.
L.B.H.:— Y después de estar allí treinta años un día te enteras que el local se va a demoler, porque es una ruína, y te trasladas aquí, a Briva Miravent. ¿Cómo fue el cambio?
Marceliano:—No quedó más remedio, fue algo que me pilló de improviso.
L.B.H.:— ¿Cómo un hombre de tu edad coge y monta de cero otra vez todo el negocio?
Marceliano:— Fué una decisión rápida, pero dió la suerte que tenía este local y me puse a montarlo rápidamente. Tenía una clientela de siempre y no les podía fallar.
L.B.H.:— ¿Mucho trabajo?
Marceliano:— Estoy trabajando todos los días. Para mí los clientes son lo primero.
Hay veces que me llaman de una residencia, que tienen allí un señor para arreglar que no se puede mover, y yo, aunque no haya si-do cliente mío, voy allí a arreglarle, aunque me quede sin comer. A ese señor hay que arreglarle y yo voy, y voy satisfecho, y no voy por el dinero (en muchos casos no les cobro) voy porque hay que hacerlo y si no lo hago mi conciencia no estaría tranquila.
L.B.H.:— ¿Cómo es usted como persona?
Marceliano:— Nunca hago mal a nadie, si no me gusta una persona no voy con ella.
L.B.H.:— Alguna anécdota.
Marceliano:— Muchas, tantas que ahora no me acuerdo de una en especial para contarte. Me pillas de improviso.
L.B.H.:— ¿Algún cliente importante?
Marceliano:— Todos. Yo tengo la mejor clientela y estoy orgulloso de mi clientela. Yo a un cliente no le fallo nunca jamás. Ya puede ser un domingo y llamarme por las comuniones, una boda o por lo que sea, para mi los clientes son lo primero.
L.B.H.:— Pero me refería a ver si ha cortado el pelo a alguna persona famosa.
Marceliano:— Ah!, Sí, cuando estuve en Oviedo al cantante Dani-Daniel, deportistas famosos.
L.B.H.:— Algo que le guste.
Marceliano:— Me llevo bien con los niños. Los niños son la pureza, no tienen maldad.
L.B.H.:— Y algo que no le guste.
Marceliano:— No me gustan los políticos ni la política, pero tengo que convivir con ellos.
L.B.H.:— ¿Qué es lo que más le gusta de La Bañeza?
Marceliano:— Me gusta todo. Yo La Bañeza la siento. Estando en Gijón no podía pasar sin venir cada poco. La Bañeza la llevo muy dentro, por eso la decisión de venir a probar suerte aquí, y estoy muy contento.

Pepe Forja / artesano

Artesanos de la forja

-Se llama José González Ramos y tiene su taller en la calle Alija 22 de La Bañeza. Allí lleva 40 años trabajando el hierro y convitiéndolo en obras de arte.
Nada más pasar al lado de su taller lo primero que nos llama la atención es un banco de hierro forjado, pero luego, si te fijas, José tiene una puerta con un barco de forja en ella que es una auténtica maravilla.
De este taller, según nos cuentan él y su esposa, han salido miles de piezas, algunas de ellas han llegado incluso a Santiago de Compostela.

¿Porqué te gusta esto de la forja? –le preguntamos con interés. «Fue el oficio que aprendí con Silvio Alonso, que era tío mío, y era un artista en esto de la forja. Era un hombre fuera de serie»– nos responde don José.
José González Ramos lleva ya cuarenta años, que se dice pronto, trabajando el hierro, aunque este no fue su primer oficio.
«Comencé en la laminadora, que era un trabajo muy fuerte, y entonces quedé muy bien con los jefes –el Sr. Lito y D. Bernardo Bécares–, y empecé a montar el taller. Ellos me dieron los primeros trabajos nada más montar el taller y empecé a golpear el yunque con alegría y con garbo.» Y es que según dice José, al hierro hay que darle con alegría. «El hierro si no tiene un poco de gracia, si no le das la alegría es muy soso»– nos explica.
Mientras nos comenta esto José nos enseña la fragua, un pequeño lugar en donde con brasas de carbón lo-gran domar al hierro y sacar de él bonitas piezas.
El taller de D. José está lleno de ellas. Hay verjas, lámparas, puertas...
«Hemos hecho trabajos para un montón de sitios» –nos comentan él y la mujer mientras las hijas trabajan en varios encargos. «Hemos hecho trabajos hasta para la Catedral de Santiago» –explica José hablando de que lo que más les piden para las iglesias son lámparas. «Una vez hicimos una lámpara que la tuvimos que cortar porque de lo grande que era no entraba por la puerta» nos comenta como anécdota la mujer hablando de un encargo para la Iglesia de Santa Colomba. «Luego tuvimos que volver a soldar la lámpara dentro de la iglesia» –explica Anunciación, su esposa. «Después hiciste otra lámpara para San Cristobal de la Polantera» –recuerda la mujer– «y la de Sanabria es una muy bonita». «La última es en Villazala»–recuerda José «esa es grandísima».
Pero este artesano no sólo hace lámparas. A la entrada del taller de la calle Alija tiene un banco para sentarse decorado con unos pájaros «hasta algo para sentarse tiene arte» –dice D. José hablando de que los pájaros que forjó en el banco son para dar alegría al viandante. Pero si el exterior del taller es puro arte, el interior del taller y de la casa son algo indescriptible. Percheros de forja, marcos para cuadros y espejos con rosas de metal... algo increíble.

40 AÑOS DE HISTORIA

El taller de forja lo montó en la década de los 60, en aquel entonces él tenía 25 años. «A las cinco de la mañana nos levantábamos para dar golpes al hierro» –nos explica José –«yo y la mujer, que era la ayudanta, levantamos este negocio» –nos comenta hablando de que su esposa no sólo es buena para darle compañía, sino que también sabe darle al ‘macho’ (el macho es una maza de cinco kilos, nos explican a la vez que nos enseñan una. Con ella se da forma al hierro).

MUCHO TRABAJO

José recuerda algunos de sus muchos encargos. De hecho nuestra ciudad tiene varias de sus obras de arte en lugares que seguro que hemos visitado (como la iglesia de Santa María o en la de El Salvador). «Para Arturo hice tres lámparas, y a D. Santiago Carrizo le hice lo del Santísimo; en Corporales unos ciervos de forja. He hecho muchísimas cosas de forja para la parroquia de Santa María.»
El Ayuntamiento de nuestra ciudad es otro de los lugares en los que se pueden ver las piezas de este artesano. «La lámpara de la entrada es un trabajo mío»–dice.
Las piezas, todas hechas a mano a base de dar golpes al hierro, se dibujan a tiza sobre cartón y luego se corta. Así nace la pieza. Pero hay piezas increíbles. Las rosas de metal con las que decora los marcos de cuadros y espejos requieren un verdadero trabajo. Pero José no se dá importancia. Hace lo que le gusta y es feliz haciéndolo.
«Oye, venga, ármanos esto»
«Papá, que son menos veinticinco pasadas» –le responde su hija, que también ayuda en el taller. Pero enseguida, antes de marchar a un recado, se ponen todos manos a la obra para montar una puerta para una bodega. La mujer y una de las hijas sujetan la puerta y la colocan en el marcho. Después José coge la máquina y comienza a soldar la cerradura. La puerta hay que sujetarla bien pues es de hierro de cinco milímetros, y pesa lo suyo, pero con unión todo se puede y entre los tres la puerta que-da lista en un periquete.
Es una pena, se acerca la una y tenemos que ir al Ayuntamiento y nos despedimos de José y su familia.
Echamos una última ojeada al taller: es un lugar impresionante. De una pared cuelgan decenas de utensilios. «Hierro con alegría» lo define José: verdaderas obras de arte.

Miguel Angel Fidalgo/Taxista

Miguel Angel Fidalgo/Taxista

«Se trabajan muchas horas, pero cuando hay trabajo da gusto»

10 octubre 2000


Esta semana desde «La Bañeza Hoy» nos acercamos a la parada de taxis de la calle José Antonio. Allí nos encontramos con dos taxistas, uno más mayor, que nos habló de que en La Bañeza son muchos taxis para poco trabajo y otro más jóven llamado Miguel Angel, que a pesar de tener menos edad llevaba más años al volante de un taxi. Ambos nos contaron por encima cómo es la vida de estos profesionales.

P.:–¿Llevas muchos años de taxista?
R.:–Cuatro años.
P:– ¿Y cómo es la vida de un taxista?
R.:– Muy dura.
P.:–¿Porqué?¿Hay poco trabajo?
R.:–Porque hay 16 taxis en La Bañeza y no hay capacidad para tantos.
P.:–Y usted ¿lleva muchos años de taxista?
R.:– Doce años.
P.:–¿ Y cómo empezó?
R.:– Empiezas como todo. Yo empecé buscando trabajo por ahí y estuve a temporadillas. Te cogían, te echaban a la calle hasta que tuve la oportunidad de coger el taxi
y aquí estoy. Es un trabajo en el que la apariencia hay que tenerla. Se trabajan muchas horas, pero cuando hay trabajo da gusto, y cuando no hay que aguantarse.
P.:– ¿Cuantas horas, más o menos, trabajáis al día?
R:– No hay hora fija porque aquí se entra cuando se quiere y se sale cuando te da la gana. Si quieres madrugar madrugas y te marchas cuando te apetece porque nadie te va a decir nada.
P.:–¿ Cual es el mejor turno?¿Cuando hay más clientes?
R.:– Más clientes se suelen recoger por la mañana, pero ahora es una época bastante mala porque no hay fiestas y no hay gente. Y después el sábado a la hora de salir de las discotecas que hay un poco de movimiento.
P.:–¿ Estáis toda la noche en vela?
R.:– Bueno, aguantamos lo que aguanta la juventud, antes igual estábamos hasta las siete aunque ahora sin embargo a las cinco de la mañana suele terminar lo de las discotecas y empezar a haber menos gente.
P.:–¿ Has tenido algún incidente?
R.:– No, normalemente te puede pasar algo con alguien de fuera, con gente que no conoces que nunca la has tratado. Pero normalmente estas muy tranquilo porque llevas a cuatro chavalillos que conoces, que son de aquí o de los pueblos de alrededores, y no suele haber problemas con ellos.

Miguel Torres Beteta / peregrino

Miguel Torres Beteta

Quince años dando a pie la vuelta
al mundo por una promesa

E. García / 21 Nov 2000
-Se llama Miguel Torres Beteta y es natural de Mancha Real, Jaén. Hace años este hombre sufrió un grave accidente y prometió que si volvía a caminar daría cinco veces a pie la vuelta al mundo y casi lo ha cumplido. Hace una semana Miguel Torres Beteta llegaba, con su mochila al hombro, de nuevo a nuestra ciudad, en la que ya había estado hace cuatro años. De aquí tras pasar el fin de semana, emprendió el tramo final de su recorrido: Santiago de Compostela, punto final de su viaje en el que según contaba ha empleado los últimos 15 años.
En esta peregrinación por Europa y Asia ha visto de todo. Dice haber conocido a gente famosa, haber sido robado 37 veces y estar al borde de la muerte en varias ocasiones.
Este aventurero, que nos recordaba al Forrest Gump de la película, se sor-prendía cuando conocíamos sus aventuras. Él no pretendía la fama que ha conseguido, sólo quería caminar, y en La Bañeza lo único que pidió fue un bocadillo.


L.B.H.:— ¿Cómo comenzó esta aventura de dar a pie cinco veces la vuelta al mundo? Miguel:– Fue una promesa que le hizo al Señor si volvía a andar tras un grave accidente, y llevo ya casi quince años cumpliéndola.
L.B.H.:– ¿De donde eres?
Miguel: –De Mancha Real, Jaén.
L.B.H.:– ¿Por donde empezaste este recorrido?
Miguel:– Fuí desde Mancha Real a Lourdes, Roma, Grecia, Albania, Yugoslavia, Croacia, Armenia, Turquía, Jerusalem de allí hasta la India, Desierto de Gobi, China,Pakistan, Afganistan, Moscú, Polonia, Ucrania, Alemania, Bélgica, Holanda.
L.B.H.: ¿Y todo ese recorrido a pie cinco veces ?
Miguel: –Cinco veces. sí.
L.B.H.:– O sea, que habrás conocido a mucha gente en estos viajes.
Miguel:– He estado con la Madre Teresa de Calcuta, he estado con Gorbachov, Isaac Rabin, Miterrand...
L.B.H.:– ¿Y todo ese viaje lo has hecho sólo?
Miguel: –Me han acompaña-do 25 drogadictos que al fi-nal han dejado la droga. Uno de ellos había cometido incluso un crímen, y me decía «Miguel ¿qué puedo hacer para que Dios me perdone?» Y le dije que hacer el bien, y ahora está en un centro rehabilitando a otros toxicómanos.
L.B.H.: Supongo que tendrás mil y una aventuras que contar de esos viajes. En casi quince años recorriendo a pie Europa y Asia te habrá pasado de todo.
Miguel: –Me ha pasado de todo, cierto. Me picó una víbora y una tarántula, en varias ocasiones he visto muy de cerca la muerte. Me han robado 37 veces, he cruzado una país en guerra...
L.B.H.:– Claro, en los Balcanes. ¿Y cómo saliste?
Miguel:– No tuve problema. Se iban comunicando de embajada en embajada lo de mi viaje y no tuve ningún problema para cruzar las fronteras.
L.B.H.:– Y ¿Qué tal se ha portado con usted la gente?
Miguel:– Bien, me han trata
do muy bien. Muy maja la gente, sobre todo la más pobre, que es la que mejor me ha tratado. Y de La Bañeza no me puedo quejar. Estuve aquí hace cuatro años –veo La Bañeza muy cambiada desde entonces–, aquella vez estuve en el domicilio de una pareja que me acogió en su casa y estuve comiendo con ellos –concluía Miguel Torres
Beteta, que la pasada semana tras partir de La Bañeza, llegaba a tierras del Bierzo.