jueves, 31 de mayo de 2012

La Ordo Batrachium: Una peña que dio fama a las ancas de rana en Asturias‏

José Cruz Cabo
Cayó en mis manos, hace unos días, una fotocopia de “La Hora Leonesa”, que firmaba Llanos, y con una foto del siempre inolvidable Delfín, en dicha copia se hablaba de una peña de amigos asturianos, con dos bañezanos, denominada”La Ordo Batrachium”, que tenían como primera costumbre reunirse todos los años en La Bañeza y comer Ancas de Rana, primero en el Restaurante Campomanes y después de tres años, se pasaron a la famosísima “Casa Boño”. 
Esta Peña de amigos, que componían 23 asturianos de Pola de Lena y dos bañezanos, tenían unos estatutos con 8 artículos, entre los que se decía, entre otras cosas: “A cada socio obliga el cuarto, que un día al año coma ranas, y que el primer jueves de junio, haya o no plenilunio, en La Bañeza hagamos fiesta, comiendo de ranas una cesta. En la fiesta de La Bañeza se impondrán condecoraciones, que acrediten tal grandeza”. Después se mandaba una tarjeta invitación con el nombre de cada comensal y se les decía que “el día seis del mes siguiente, para sacarnos la tristeza, y quitar las almorranas, nos veremos en La Bañeza, comiendo ancas de rana. Para arrancar de la Pola, a las nueve horas de tal fecha, en el Van Loy te diremos Hola, Por Bactraceus Tours”. Firmado: La comisión Plenaria de Amigos de la Verbena. El seis siempre era del mes de junio.
Los primeros tres años hicieron esta comida en el Restaurante Campomanes, donde comían ancas y un chuletón. Después pasaron a celebrarlo en Casa Boño y el menú era ancas de rana y pollo de corral. 
De esta peña formaban parte, los bañezanos Cuco y José María Santos Arconada, quien me habló de la misma, y me ha facilitado las fotocopias para rehacer este recuerdo, de “La Ordo Batrachium”, ya que fue una peña de asturianos que tenían la costumbre de venir todos los años a comer ancas de rana en nuestra ciudad y, que estuvo activa más de veinte años, hasta que las circunstancias y la vida les hizo desaparecer. Pero es bonito saber que siempre hubo una gran amistad entre asturianos y bañezanos y que se remonta a hace muchos años, cuando aún el turismo no era la moda, pero los viajes ya comenzaban a hacer salir a la gente de casa y a estos asturianos de Pola de Lena, por tener dos amigos bañezanos, se decidieron a venir todos los años, durante unos cuantos, a visitar nuestra ciudad, comer en ella, y espandir por Asturias, la costumbre de las riquísimas ancas de rana, que se cocinaban y que tanta fama han dado a nuestra ciudad. 

lunes, 28 de mayo de 2012

Casio, el churrero: una persona que dejó huella‏



José Cruz Cabo
Monte Urba me invitó a que hablara sobre este mayo dedicado a Casio y como no se hacerlo en verso, voy a daros unas pinceladas sobre este simpatico y, a ratos cabreado churrero, que ponía su puesto a las puertas de lo que hoy es el establecimiento de Cano Cornejo. En verano al nacer el alba, en invierno en noche cerrada, llegaba a la hoy plaza Fray Diego Alonso con todo lo necesario para hacer los churros y unas botellas de aguardiente, ya que muchos hombres de aquella época, sobre todo los trabajadores, eran lo que desayunaban ambas cosas: El Churro y la copita de aguardiente. Ayudado por su hermana Josefa, ambos fueron solteros, se dedicaban a freir y despachar los churros, mientras la gente esperaba, unas veces pasando frío y otras calor, a que les sirvieran. Si se llevaban para casa, se ensartaban en unas tiras de junco, entonces no se compraban periódicos como ahora ni había tanto papel. A media mañana, Josefa iba con un cesto, a las casas donde sabía que tenía que llevarles los riquísimos churros de su hermano. 
Mis recuerdos de este popular personaje, vienen de mediados de los años cuarenta, en que adolescente y joven acudía, con una serie de amigos, a la misa dominical de nueve y media de la mañana de Santa María, que era la misa dedicada a Acción Católica y, a la salida, sobre unos ocho o diez compañeros, nos ibamos para los churros, pero esperando que llegara el siempre recordado juez por la juventud de aquellos años, Don Alberto Gutiérrez, que solía invitarnos a un churro al salir de misa, y allí esperábamos a que viniera; cuando éste llegaba, Casio se ponía a su disposición y se olvidaba de la cola que estaba antes que Don Alberto, le daba los churros que le pedía, y cada uno de nosotros cogíamos uno y lo comíamos. ¡Qué ricos nos sabían en aquellos años de miseria!
Pero a Casio, para la historia bañezana, no solo se le recuerda por eso de los riquísimos churros, sino porque en los años veinte, hubo un desfile en Madrid ante el Rey Alfonso XIII, y Nicasio, que era su nombre, a pesar de su baja estatura, no llegaba al uno cincuenta de altura necesaria para ir a la mili, pujó el pendón de La Bañeza en dicho desfile, y cuando llegó a la altura del Rey, con una mano sostuvo el pendón y, con la otra, se quitó la gorra y saludó al rey, y cuentan las crónicas, que recibió los mayores aplausos de la gente que estaba presenciando dicho desfile. En sus años mozos tenía una fuerza enorme.
La verdad es que Casio y su hermana Josefa, eran unas personas que todo el mundo quería en nuestra ciudad, pues eran trabajadores, humildes, solidarios y amables, a cuántas personas ayudaron sin que su mano derecha supiera lo que hacia la izquierda. La verdad es que la imagen de los dos hermanos la tengo grabada en la retina y en el corazón, por lo riquísimos que eran sus churros, y por su bondad y honradez. Amigo Casio, que Dios te haya dado el descanso que no tuviste en la tierra, donde solo supiste trabajar y querer a los demás.