jueves, 27 de septiembre de 2012

Fermín Ortiz Palau: un bañezano dedicado siempre a La Bañeza Fútbol Club


Fermín Ortiz Palau, más conocido por Niní, de joven comenzó de jugador en La Bañeza Fútbol Club, donde estuvo muchos años como defensa insustituible, dado su pundonor, su gran preparación física y su entrega incondicional a los colores de su ciudad. Cuando ya comenzó a dejar el fútbol, más de una vez le vi ejercer de árbitro en La Llanera. En aquel campo de fútbol de tierra y vallas de madera. Fueron muchas las tardes que nos deslumbró a los aficionados por su coraje y honradez. Para él, el equipo de fútbol de su patria chica, era sagrado y no podía perder, aunque las derrotas también se asumieran como parte del juego.
Por dos veces, acompañó a Sines Aparicio, el gran portero bañezano, de la Deportiva Bañezana y el Atlético Bañezano, a que lo probara el Atlético de Madrid y el Valladolid. No fue posible el fichaje. Sines y Niní, eran inseparables desde niños, ya que nacieron muy cerca uno del otro y se conocían desde la Escuela Villa, siendo íntimos amigos. 
Naturalmente, del fútbol no se podía vivir, salvo que estuvieras en un equipo grande, por eso desde su salida de la escuela, ya que solo podías estar hasta los catorce años y eran muchos los que dejaban los estudios antes, Niní se colocó de aprendiz, en el taller de carros de Lombó, que después este taller tuvo que cambiar los carros por los remolques, cuando ya comenzaron a proliferar los coches. Pero su pasión siempre fue el equipo de su ciudad, y una vez que ya no pudo seguir siendo jugador, en La Bañeza Fútbol Club, Fermín Ortiz, (Niní) ha hecho de todo durante muchos años, desde preparar la ropa, dar masajes a los jugadores, arreglar el cesped, marcar el campo, segar la hierba, acompañar al equipo en sus salidas, asistir a los partidos y estar a disposición del club durante todas sus horas libres y siempre que le requerían, porque ha llevado en el corazón al equipo de sus amores, y este ha sido el de su ciudad.
Hace unos años, en la gala del deporte, que realiza el ayuntamiento, a finales de la temporada, fue premiado, con toda justicia, con la placa de “Toda una vida dedicada al deporte” y nunca mejor dicho, También el Club le tiene como socio de honor con el número uno, ya que Niní ha estado en los más de cincuenta años del club, en primera línea de trabajo, como jugador primero y para prestar los sevicios que el club le  requiere, después, ya que siempre ha estado a disposición de La Bañeza, dentro del equipo de fútbol y, por tanto, al servicio de la ciudad que le vió nacer. 
Además Fermín Ortiz Palau, (Niní), es una persona bondadosa, afectuosa, siempre dispuesta a ayudar en cualquier materia, nunca, en los muchos años que le conozco, le he visto enfadado, de mal genio, siempre limando asperezas, siempre atendiendo a quien se lo pide y aunque La Bañeza Fútbol Club le hizo un homenaje al dejar el fútbol activo, tendría que hacerle otro ahora, como agradecimiento a sus muchísimos servicios de todo tipo al club, pues aun hoy, sigue estando presente en entrenamientos, y presentaciones del equipo, ya que todavía, a pesar de los años, no se cansa de ayudar y de animar.
Los años han ido pasando, las fuerzas han ido mermando, pero la ilusión, el amor y la ayuda desinteresada de Niní, siempre han estado ahí y cuando me lo encuentro en alguna de las calles de la ciudad, con esa sensillez, y paciencia de la que gracias a Dios siempre ha hecho gala, me enorgullece ser paisano suyo y el adiós o hasta luego, sale afectuoso por que su imagen de bañezano trabajador, sencillo y amable, siempre está presente en el cambio de saludo al encontrarnos en la ciudad y, la alegría de saber que aun estamos vivos y servimos  para algo. Gracias Niní, por todos los recuerdos agradables que he tenido contigo a lo largo de nuestras vidas. Si alguien merece un gran homenaje del equipo de fútbol representativo de la ciudad, ese eres tu, y me gustaría verlo y felicitarte por ello.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Carlos Larrañaga también estuvo en nuestro teatro‏

José Cruz Cabo
Al enterarme de la muerte del actor, Carlos Larrañaga, me ha venido a la mente, que tanto él como su madre, estuvieron en el teatro bañezano, entonces Perez Alonso, y dejaron una estela de grandes actores ambos, o sea de tal palo tal astilla.
María Fernanda Ladrón de Guevara, actuó en el Teatro Pérez Alonso en los últimos años de los cuarenta, y vino con su segundo marido, Rafael Rivelles, padre de Amparo Rivelles, hermanastro de Carlos, ya que a este, María Fernanda lo había tenido con su primer marido Pedro Larrañaga y Carlos al hacerse actor, siguió con el apellido de su padre. 
María Fernanda y Rafael pusieron en escena, durante dos días, una de las obras de Jacinto Benavente. Eran tiempos difíciles y no había mucho dinero para gastar en teatro, salvo los industriales y comerciantes de la ciudad, por eso el teatro no se llenó, ninguna de los dos jornadas. Yo era un chaval de dieciocho años y me gustaba mucho el teatro, porque a mis nueve años, vi en un teatro de Sevilla, la obra “Reinar después de morir”, sobre una princesa portuguesa, y eso me metió el gusanillo de la escena en el cuerpo y cuando vinieron María Fernanda y Rafael asistí, desde gallinero, como decíamos entonces, al primero de los días de la actuación de estos dos colosos de entonces, de la interpretación a cuerpo descubierto y la verdad fue que me entusiasmaron.
En los años ochenta, cuando Eusebio Aragón volvió a abrir con su esposa Emilia Pérez, el teatro Pérez Alonso, me dijeron que tenía dos entradas libres para una de las funciones de cada una de las compañías que vinieran a actuar. Por La Bañeza pasaron casi todas las grandes compañías de los años ochenta y, entre ellos, recalaron en nuestra ciudad y en nuestro teatro, Carlos Larrañaga y su entonces mujer, María Luisa Merlo, que pusieron en escena la obra “Pato a la Naranja”. Solo estuvieron un día, y en la sesión de las siete y media de la tarde, habría unos cien espectadores, pero en la sesión de las diez y media de la noche, no solo se abarrotó hasta poner el cartel de no hay entradas, sino que se hubieran vendido otras tantas de las que se vendieron. Las ovaciones recibidas por Carlos y María Luisa, fueron impresionantes, pues su buen hacer y la gracia de la comedia, las carcajadas del público se debieron de oir en el polvorín aquella noche. El éxito obtenido por Carlos Larrañaga y María Luisa Merlo, con el resto de los actores, fue uno de los éxitos mas grandes que tuvo nuestro teatro, si descontamos la actuación de aquellos Vieneses de Fran y Joan. En estos momentos en que la noticia de la muerte de Carlos ha sido noticia internacional, yo he querido dejar constancia de que los bañezanos también pudimos entusiasmarnos con su maravillosa actuación en nuestro teatro, para que la gente vea que el teatro, en nuestra ciudad, siempre ha sido un acto cultural que ha calado en todos los que aquí vivimos. Han sido muchos los actores que por aquí pasaron, tanto en los años cuarenta, como en los ochenta del siglo pasado, y que mis paisanos se extasiaron con esas grandes compañías de cada una de esas épocas y supieron responder a la llamada del teatro, el arte mas difícil de la interpretación, porque en el escenario no se puede fallar sin que el público lo note. Cuando fue actor de cine, todas sus obras pasaron por alguna de las tres salas de cine que tuvimos en La Bañeza, y también se llenaban las salas para ver sus películas, pero quiero dejar constancia de que Carlos Larrañaga conoció la ciudad y nuestro teatro. Ahora esperamos que Dios lo haya acogido en su seno, por lo mucho que nos divirtió a los bañézanos a través de su actuación en el teatro Pérez Alonso, y con sus muchas películas que pudimos ver en nuestros cines.