jueves, 26 de septiembre de 2013

Un libro que hará historia en la ciudad


José Cruz Cabo
No cabe duda que la Fundación Conrado Blanco, ha vuelto a dar en la diana de la historia local, al editar el libro con 185, de los carteles que nuestro gran artista local, Antonio Odón Alonso Ramos, ha realizado para tantos actos ciudadanos, de todas las clases y estilos. Además estos 185 carteles, llevan todos ellos, un artículo cada uno, firmado por distintos escritores, que hacen que estos carteles tengan vida propia y que sean un gran legado histórico con el paso del tiempo. 
La edición del mismo, bajo el título “Atrapar lo Efímero”realizada por la Editorial Bañezana, Monte Riego, con una calidad y precisión maravillosa, hacen todavía más importante el libro, para que sea un legado histórico de nuestra ciudad, con el paso del tiempo.
Además, como todo lo que hace la Fundación Conrado Blanco, el libro se regala, no se vende, por lo que los interesados en la historia de nuestra ciudad, tienen la facilidad de hacerse con él, leerlo con detenimiento y además conservarlo para las próximas generaciones, con lo que muchos de los nombres que firman este impresionante libro, tampoco serán olvidados con el paso del tiempo. 
Porque los carteles abarcan muchos de los actos celebrados en La Bañeza, desde el año 1981 hasta el 2012, actos de todo tipo, que se han realizado en la ciudad a lo largo de estos años, como son los carnavales, sigue con los conciertos de la charra y las coplas del carnaval, el libro visiones del Carnaval  que salió del Congreso nacional del Carnaval que se celebró en nuestra ciudad en el 2006, carteles para los monólogos del carnaval celebrados en la ciudad, así como para los pasacalles de la Escuela de Música Odón Alonso y las Coplas de la Peña de La Sardina.
En el capítulo tres se exponen unos cuantos carteles de nuestras fiestas patronales, realizados por este impresionante y polifacético artista como es nuestro gran convecino y amigo Toño Odón.
En el capítulo cuarto están los carteles realizados para las ferias de alfarería y la Agroalimentaria, el Premio de Velocidad motorista “Ciudad de La Bañeza”. para la Alubiada y las jornadas de exaltación del Cerdo, que realiza la Cofradía de San Antón,
El capítulo quinto es un compendio de actos de tema literario, como exposiciones, el acto de Poesía para vencejos. el concurso de cuentos que hizo varios años el semanario local, cuando se hacía en Gráficas Nino, para los actos del Centenario de La Bañeza como ciudad,  Las exposiciones del Museo de la Platería en la Vía de la Plata, para los cursos Universitarios celebrados en la ciudad por la Universidad de León, los encuentros a la luz de la farola, para distintas exposicioones de pintura, fotografía y dibujo, para Las Jornadas de Cultura y territorio, para el centenario del edificio de nuestro ayuntamiento, alguno del Verano Total, para los diez años de La Bañeza hoy, la presentación de libros y actuaciones de artistas que tienen que ver con la ciudad. 
En el capítulo seis, están reflejados los carteles que Toño ha realizado para ensalzar nuestra semana santa. El capítulo siete está dedicado a los encuentros con la música y a otros actos musicales que se hicieron aquí, tanto en la Plaza Obispo Alcolea, como en nuestro teatro, así como los de órgano en la iglesia de Santa María, o en cafés y zonas de la ciudad.
Los capítulos siete  y ocho están  dedicados a los cantautores y conciertos importantes. En el capítulo nueve van los dedicados a actos sociales, como las jornadas de salud, la manifestación del ferrocarril, a la residencia de Castrotierra y a diversos actos deportivos, a campañas comerciales, a jornadas socio sanitarias, contra la violencia de género, y a la reivindicación de la carretera León Braganza.  El décimo, a diversos actos teatrales y el último, a figuras importantes que vivieron en nuestra ciudad, como José Luis Baeza, Servando Juárez, Antonio Palau, Juan de Ferreras, Eugenio Prieto  Ferrero, Conrado Blanco González. a los Hermanos Holandeses que fundaron la residencia Nuestra Señora del Valle, Pedro Rodríguez Martínez, el Padre Miguélez, Manuel Fernández Núñez, Paco Rubio, como cocinero mayor y Odón Alonso González.
En el epílogo, una pequeña biografía de Antonio Odón Alonso, que pone fin a este maravilloso e importantísimo libro sobre la historia de treinta años de La Bañeza. Gracias Conrado por Editarlo en tu findación y Gracias Toño Odón, por estos maravillosos carteles tuyos, que ya son historia importante de nuestra y tuya ciudad.

lunes, 23 de septiembre de 2013

(9) LOS LÓPEZ-NÚÑEZ VILLABRILLE DE LA BAÑEZA.


Desde 1895 funcionaba una Colonia Escolar Leonesa en la capital provincial (se mantuvo hasta 1935), solo “para niños pobres elegidos entre los de las escuelas municipales de la capital y algunos del resto de la provincia” aquel año. La del siguiente, organizada por Ramón Pallarés Nomdedeu y Alfredo López-Núñez Villabrille (colaborador en prensa masónica y tal vez masón como su hermano Augusto, “Clotaldo”, director del primer El Diario de León, “periódico de la mañana”, entre 1886 y 1888; el menor de los 9 hijos del bañezano Deogracias López Villabrille, procurador de los Tribunales) entre otros, y atendida por los maestros Benito Blanco Fernández y María del Carmen Álvarez García, fue mixta en cuanto a las clases sociales que acoge: colonos pudientes (uno) y menesterosos (infancia de las clases desvalidas), y por separado de niños (29) y de niñas (11, una de pago). Parte el 1 de agosto para la playa de Salinas (Asturias) y regresa a León el 31. Asistió un niño desde La Bañeza, el mismo que ya lo había hecho el año anterior, Eliseo del Egido García, de 13 años, y cuyo infarto submaxilar derecho (todos los niños asistentes lo padecen) se encuentra a la vuelta notablemente disminuido. Era presidente de la Colonia Escolar Manuel Diz Bercedoniz, Ingeniero Jefe de Obras Públicas de la Diputación leonesa (y futuro constructor del Puente de Requejo unos años después), quien había dispuesto la participación “de un colono de cada Partido Judicial, de familia pobre, de entre 9 y 12 años, que sepa leer y escribir, y que necesite los baños de mar por su constitución enfermiza, débil o linfática”. Más de la mitad de lo que costó realizarla (3.959 pesetas) se sufragó por suscripción popular. 
Otro de los vástagos del bañezano Deogracias, además del citado Augusto y de Alfonso (cesados ambos de sus empleos públicos en León en 1886 con el cambio de color político operado en el Gobierno, decía el diario El Campeón), fue Álvaro López-Núñez Villabrille, maestro que colaboró en la creación del Instituto Nacional de Previsión, del que formó parte desde 1908. Integrante también de su predecesor Instituto de Reformas Sociales desde 1904, y enviado por tres veces por la Junta de Ampliación de Estudios a congresos internacionales de carácter social, una experiencia que aportaría cuando se creyó conveniente implantar la previsión en las escuelas, para que los niños se acostumbraran a ella y al ahorro, lo que se hizo creando en julio de 1911 las Mutualidades Escolares, declaradas obligatorias para todas las escuelas públicas en 1919, con la finalidad de fomentar el ahorro, constituir dotes infantiles y formar pensiones de retiro. El dinero recaudado se ingresaba en entidades de ahorro. A finales de 1928 existían en España 6.394 mutualidades de este tipo, con 390.034 mutualistas, y unos fondos de casi 17 millones de pesetas. Con igual filosofía y destino de sus beneficios se establecieron a la vez los Cotos Escolares (apícolas, forestales, agrícolas, conejeros,…) en las zonas rurales en su inicio. Álvaro, cofundador del Grupo de la Democracia Cristiana en 1918, católico social, periodista y escritor, fundador de periódicos y publicaciones católicas, académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y promotor de la asistencia y los seguros sociales, sería asesinado a los 71 años junto con Esther, la más joven de sus seis hijos, víctima de la represión republicana incontrolada, en las tapias del Cementerio del Este de Madrid el 29 de septiembre de 1936, después de ser sacados de la checa de Fomento.

(8) CUANDO LAS MISIONES PEDAGÓGICAS VISITARON LA BAÑEZA


El Teatro y Coro del Pueblo, junto al Museo Circulante, fueron en los años republicanos los mejores auxiliares de las Misiones Pedagógicas en las poblaciones que ellas visitaban. Su Patronato había propuesto el 24 de julio de 1933 a la alcaldía bañezana traer aquel Museo del 12 al 19 de agosto, y solicitaba local y medios para su instalación, cediéndose el salón del consistorio (que sufraga los gastos) y encargando al Consejo local de Primera Enseñanza organizar la exposición. El 11 de agosto comunicaba el Patronato que retrasaría su instalación en unos días por desplazarse antes a Galicia. El retraso tornaría en suspensión de la visita pues la gira por Galicia se alargó hasta finales de diciembre, y es al final de este periplo cuando las Misiones recalan en Astorga y San Román y Nistal de la Vega, para finalizarlo en Val de San Lorenzo.
Aquel Museo recorrió después otras geografías, y no se terció mostrar sus pinturas en los lugares antaño suspendidos hasta el verano de 1935. En La Bañeza preveía permanecer del 10 al 16 de agosto, aunque se quedó hasta el día 18 (“se ocupó de su vigilancia Lucas Mantecón, y se le pagaron por ello tres jornales”), después de que la corporación acordara el día 7 “rogar al Patronato de las Misiones Pedagógicas amplíe la estancia de su Museo Circulante de Arte hasta el día 18 inclusive, por alcanzar hasta esa fecha las fiestas patronales de la ciudad”, prosiguiendo en Valencia de Don Juan del 18 al 23, en una gira iniciada a mitad de julio en Ponferrada y que cerraba en Riaño a mediados de septiembre, en una ruta descendente ahora del Bierzo a la Meseta. Finalizado aquel recorrido, el Patronato remitía el 16 de octubre al ayuntamiento bañezano una colección de fotografías pictóricas (realizadas para las Escuelas Normales de Maestros) que se expondrán unas en las dependencias de la Casa Consistorial y en las escuelas otras. 
Los cuadros se colgaban en el lugar más apropiado, normalmente el salón de actos del ayuntamiento (como se hizo en La Bañeza) o en alguna escuela, cubriendo las paredes con sábanas, para que se vieran mejor, con música clásica de fondo y macetas con plantas y flores en la sala, disponiéndose horarios de visita matutinos y de tarde que se combinaban con charlas instructivas sobre las pinturas y su historia y con sesiones dedicadas a los niños, a los que se facilitaba materiales de dibujo (algunos habrá que aun lo recuerden). Antes de irse, los misioneros solían dejar en el lugar el gramófono y la colección de discos que hasta allí habían transportado, y también una biblioteca de unos cien libros para que los adultos y los niños siguieran aprendiendo. Dos bibliotecas ya habían donado las Misiones Pedagógicas a La Bañeza en 1931, a la Agrupación Socialista una, y otra a la escuela (esta será expurgada después que se desate la vorágine de julio de 1936).

(7) DE VILLEGOS A CIUDADANOS POR LA GENEROSIDAD DE UN PRÓCER BAÑEZANO.


Durante la segunda mitad del siglo XIX La Bañeza, con su natural empuje y con el aporte del esfuerzo y las rentas de sus comarcanos, afianzaba las bases para lo que iba a ser el gran desarrollo demográfico y económico del XX, uno de cuyos anticipados jalones fue la concesión en enero de 1895 del título de ciudad por la reina regente María Cristina, en nombre de su hijo Alfonso XIII, como aprecio y premio por el progreso ya obtenido gracias a la agricultura y el comercio (los bañezanos Juan de Mata y Matías Casado aparecían en 1865 entre los 25 comerciantes mayores contribuyentes de la provincia; Eleuterio García como el 10º por industria) de una tierra tan rica en cultivos variados y generosa en materias primas, que habían propiciado el desarrollo de importantes actividades artesanales que la convirtieron ya desde el siglo XV en centro de producción y cantera de virtuosos del cuero, el lino o la lana, lo que explica que ya en el XVIII (a la altura de 1788) se creara la “Sociedad Económica de Amigos del País de La Bañeza”, con el objetivo de “promover la agricultura, perfeccionar las artes mecánicas, aumentar el comercio y establecer fábricas de géneros propios de las abundantes materias primas de esta provincia…”. 
Cabecera de mapa de la provincia de León de 1870, dedicado al Ilmo. Sr. D. Gabriel Fernández de Cadórniga
De la consecución de algunas de aquellas finalidades derivaría la existencia ya en 1781 de otra “Sociedad Económica, Caritativa y Política que por Real Cédula de S.M. se ha erigido en la villa de La Bañeza para la instrucción cristiana, socorro de los verdaderos pobres, y fomento de la industria”, en la portada de cuyos Estatutos destaca el escudo que representa a un niño faenando en la urdimbre de un telar bajo el lema “aprendo y soy socorrido”, en alusión al tradicional arte local del tejido de lienzos, importante actividad junto con otras como las del tintado y curtido de pieles, practicadas en sus abundantes tenerías (en el Padrón general bañezano de 1830 figuraban 31 tejedores y 5 curtidores). 
Fue artífice de aquella agraciada concesión real del fin de siglo al lugar que lo haría su Hijo Predilecto el prócer Gabriel Fernández Cadórniga, nacido en 1830 en La Bañeza, a cuyo distrito representó como diputado en Cortes en varias legislaturas (también lo fue por Astorga, Valencia de Don Juan, Motril y Azcaráz), además de cómo periodista colaborar y dirigir El Español, órgano del liberal Partido Moderado, ser senador por la provincia leonesa en otras, y ocupar cargos de relieve, como director general de la Administración Local, subsecretario de Gobernación, vocal del Real Consejo de Sanidad, gobernador civil de Pamplona y Valencia, y director general de Prisiones con el ministro Francisco Romero Robledo, inaugurando entonces, en 1884, la cárcel Modelo de Madrid. Una merced que la reina otorga a la villa a cambio y después de que el ilustre bañezano rechazara la adjudicación de un título nobiliario para sí, prefiriendo favorecer a la localidad de sus orígenes con las ventajas que el estatus de ciudad aparejaba de ser exentos sus moradores de algunos aranceles y tributos (según se nos manifestaba por algunos de sus descendientes en la que aún es en La Bañeza casona familiar de aquel linaje, requisada, por cierto, por los alzados de 1936 a los herederos (republicanos moderados) del antiguo benefactor, que dejaría a su fallecimiento en Madrid en 1900 un legado de 75.000 pesetas para el Hospital bañezano de la Vera Cruz). 

(6) CUANDO LA BAÑEZA PREFIRIÓ AL GENERAL ESPARTERO.


En 1868, los liberales demócratas y republicanos protagonizaron la revolución gloriosa, la septembrina, obligando a Isabel II a abandonar España (la soberana había tenido antes la estrambótica ocurrencia –de la que la hicieron desistir los generales O’ Donnell y Serrano, sus amantes- de salvar de su derrumbe a la muy cuestionada monarquía presentándose a las elecciones generales como candidata a la presidencia del gobierno). Las nuevas Cortes, elegidas por sufragio universal, promulgaron una Constitución democrática, aunque monárquica, la más liberal de las habidas hasta entonces y a la vanguardia de las europeas del momento, y en ellas el ayuntamiento de Santa María del Páramo y algunos otros pedían en abril de 1869 la abolición del impuesto personal y que se sustituya por otra contribución más equitativa y justa.
Francisco Romero Robledo, de joven y con uniforme de la Milicia Nacional. Se le conoció por su dandismo, como “el pollo de Antequera”.
El trono permanecía vacante y urgía encontrar un monarca que lo ocupara (se descartada, por unanimidad, la dinastía borbónica), y tras diferentes opciones fue escogido en noviembre de 1870 como rey el italiano Amadeo de Saboya (el Círculo Democrático de La Bañeza, como los de otros lugares de la provincia, había preferido al general Espartero).
Importantes núcleos de republicanismo se daban en todas las provincias, y en numerosas poblaciones leonesas había pequeños grupúsculos republicanos. En La Bañeza (junto con León y Astorga un foco clásico del republicanismo leonés) llegó a formarse un grupo cuantioso, hasta el punto de existir, ya proclamada la Primera República y abolida la milicia obligatoria, un Batallón de Voluntarios de la República (Voluntarios de la Libertad se había llamado antes la milicia ciudadana surgida al abrigo revolucionario de la Gloriosa y con pretensiones de instauración republicana) al que para mayor realce y vistosidad acompañaba en sus desfiles la Banda de Música, después de que en 1868 desde la Junta de León, que disolvió la Diputación y el ayuntamiento, suprimió el impuesto de consumos y expulsó a los jesuitas, se creara, al igual que en las restantes localidades provinciales de importancia y en algunos pueblos, la Junta Revolucionaria bañezana, no tan radical a lo que parece como la de Hospital de Órbigo, que trasladó al domingo el mercado de los viernes. Por cierto que aquellos centros radicales y republicanos de La Bañeza y de los demás lugares y los casinos y periódicos democráticos y federales fueron cerrados precisamente, producida la restauración de la monarquía alfonsina en 1875, por Francisco Romero Robledo, entonces ministro de la Gobernación y diputado bañezano.

martes, 3 de septiembre de 2013

(5) LA DEFENSA DE LA ALUBIA BAÑEZANA: UN POCO DE HISTORIA.


RETAZOS DE NUESTRO PASADO.- (5)

LA DEFENSA DE LA ALUBIA BAÑEZANA: UN POCO DE HISTORIA.
Del libro “LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA” (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas – Valduerna, Valdería, vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras de la provincia de 1808 a 1936), recientemente publicado en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González.
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Desde finales del siglo XIX se comercializaban y exportaban alubias en La Bañeza, resultando de ello un gran impulso al crecimiento y desarrollo de la población. El tráfico de gramíneas, cereales, patatas, garbanzos y alubias hacia y desde los almacenes bañezanos constituye en torno a 1919 el principal elemento de riqueza para el partido y la ciudad, y once exportadores alubieros censa Manuel Fernández-Nuñez en ella ya en 1923.  
Cuenta La Bañeza con 4.293 habitantes en 1928 (incluidos los lugares de Sacaojos, San Mamés y San Pelayo, aún habitado), y expide ya afamadas alubias en grandes cantidades, surtiendo sus almacenistas de patatas y de aquellas y otras legumbres a numerosos establecimientos militares a lo ancho y largo del país, como constatan los apuntes de sus autorizaciones y guías de envío por ferrocarril en los Libros de Correspondencia del ayuntamiento, crecientes desde 1918 y en los que hasta los años treinta aparecen con regular frecuencia exportadores como Celso Ares, Tomás Antúnez, Pérez Carracedo, Emilio Perandones Cabo, Ceferino Martín, Luís Benito Hernández, Salvador González, Manuel Martín, Gaspar Luengo, Hijo de Toribio González, Teodoro Santos, Benigno Moreno, Dionisio Pérez Alonso, Balbino Nistal, Ángel Simón, Santiago Luengo, Inocencio Santos, Hijo de Emilio Perandones Cabo, José de Paz Pérez, José Santos, y Tomás de la Fuente.

En los primeros días del mes de octubre de 1931 alertaba La Opinión a los labradores bañezanos y de la comarca y a sus sociedades de la importación de alubia foránea, “que tanto perjudicará sus intereses”, y los convocaba a defenderlos tratando de conseguir para tal emblemático producto la necesaria protección arancelaria. Desde el  mismo semanario se clama de nuevo el 14 de enero de 1932 por la defensa a través de la propaganda de la afamada alubia bañezana, (que llenaba por entonces –se dice- sacos vendidos como procedentes del reconocido Barco de Ávila), y se propone celebrar periódicas fiestas de la alubia para ensalzar y difundir tan singular producto, incitando a defender también los excelentes y apreciados vinos de la tierra mediante la creación de una escuela de catadores y la adecuada publicidad de sus virtudes.
Del 22 al 30 de septiembre de 1934 se celebraba en Valladolid el V Congreso Nacional de Riegos, y en la exposición aneja que lo acompaña, en el pabellón destinado a los productos de León, se exponen remolacha azucarera de las fábricas de La Bañeza y Veguellina, vinos de Villa Iglesias de Ceferino Martín, alubias bañezanas y de la Ribera y Santa María del Páramo, y alfarería corriente de Jiménez de Jamuz.
Decía el corresponsal de El Diario de León en la Ribera del Órbigo a mediados de septiembre de 1935 que “el precio de las alubias en la zona es bajo (no tan ruinoso como el de los garbanzos, a favor de cuyo mercado el gobierno ha prohibido la importación de los procedentes de Méjico), pues no estamos en tiempos de vacas gordas y los precios de las subsistencias han bajado en todos las naciones, y únicamente una desgracia, una guerra (Dios quiera evitarla) podría modificar la situación del mercado”. El domingo, día 15, se celebraba en Benavides una asamblea de alubieros en la que se constituyó la Unión de Cultivadores de Alubias, de cuya provisional junta directiva forma parte Demetrio Fuertes, de Urdiales del Páramo, y para una semana después, por iniciativa del Sindicato Agrícola de Robledo de la Valduerna y de acuerdo con la Federación Católica Agraria de Astorga, a la que pertenece, se anuncia otra reunión de cosecheros de alubias para acordar conclusiones que elevar a los poderes públicos, en la que se contaba con la asistencia de los diputados Martínez Juárez, la señorita Bohigas Gavilanes, Álvarez Robles y Roa de la Vega, y en la que, como en la de Benavides, tendrá destacada participación el bañezano Ceferino Martín Martín.
El 15 de enero de 1936 la Unión de Productores Agrícolas Leoneses convocaba a los labradores y exportadores de alubias de la provincia a la gran asamblea que el domingo 19 se iba a celebrar en La Bañeza, y en la primera semana de abril los campesinos riberanos están preocupados con la pertinacia de las lluvias, tan perjudiciales para las labores agrícolas, con el mercado de alubias cayendo vertiginosamente y la cosecha de dos años sin vender, lo que genera una crisis económica que repercute en el comercio y la industria y hace que aumente el paro obrero, invadiendo la paz del campo un malestar general, agrandado al comienzo de mayo, cuando “al desempleo no se le ve remedio por ahora, siendo muchos los obreros que piden en la plaza, y más los ocupados que no ganan lo suficiente para alimentar a su familia”.

(4) LOS BARRIOS POPULARES BAÑEZANOS Y LOS HOGARES PARA OBREROS.-


LOS BARRIOS POPULARES BAÑEZANOS Y LOS HOGARES PARA OBREROS.-
Del libro “LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA” (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas – Valduerna, Valdería, vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras de la provincia de 1808 a 1936), recientemente publicado en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González.
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El 20 de diciembre de 1930 había retomado su andadura La Opinión en su segunda época, y el 8 de enero de 1931 resuelve la corporación bañezana, dada la escasez de viviendas, especialmente para obreros, iniciar la construcción de una barriada de “casas baratas” en la zona de lo que fueron jardín y convento, al menos por grupos de cuatro cada año en función de las disponibilidades del presupuesto, y tratar de obtener la subvención estatal destinada a tales obras. Con el mismo fin de remediar la falta de hogares para obreros (“que tanto se nota”, se añade) se acuerda requerir la construcción de los mismos a quienes con tal condición y la de hacerlo en el plazo de dos años se entregaron en 1927 solares en la Cuesta, hoy barrio, de Santa Marina. A propósito de la vivienda obrera se dirá en la Memoria municipal de 1939, que tal necesidad se halla muy aminorada porque ya a lo largo de los años las distintas corporaciones se ocuparon de hacer cesiones casi periódicas de solares facilitados a nulo o módico coste a los menos favorecidos para que pudieran ir edificando sus viviendas (“infinidad de terrenos se solicitaron en el otoño de 1931”), lo que fueron haciendo en barrios obreros como aquel del Polvorín y los de San Julián, San Eusebio y Santa Lucía, “con calles alineadas y casas que, aunque de pocas pretensiones, reúnen las condiciones de capacidad y salubridad exigibles”.  
Ruinas del Convento del Carmen en los años veinte
Al inicio de 1932 la comisión municipal de Obras disponía 65 solares comunales (de 10 metros de fachada y 17 de fondo, importaban 50 pesetas) en la cuesta de Santa Marina (o el Polvorín, por hallarse allí los antiguos polvorines para las canteras de Nicolás Fernández Sampedro y González Morán) para ceder a los numerosos vecinos que los venían solicitando de acuerdo con las bases que para ello al poco se aprobaban, a la vez que se daba un último plazo para la construcción de las viviendas en los cedidos en 1927 (alguno, como Felicísimo Nadal García, por falta de medios no lo pudo entonces abonar y lo había dejado a favor del ayuntamiento, solicitando ser incluido ahora entre los nuevos peticionarios). Transcurriendo marzo, se iba ampliando el listado de quienes en La Bañeza continuaban solicitando solares municipales, adjudicándolos entre ellos por sorteo el 26 de abril después de replanteados y numerados, pidiéndose de inmediato algunas licencias para levantar en ellos casa, por cuanto el ayuntamiento concede también a los beneficiarios extracción de piedra de las canteras municipales, y será remedio para mitigar en algo la crisis de empleo que se padece (por otra parte, los vecinos del barrio de Santa Marina realizaban el desmonte de la calle que enfrentaba los polvorines). 
Aunque se preveía sortear nuevos solares destinados a viviendas de las clases humildes y trabajadoras, algunos solicitantes no estuvieron de acuerdo con el resultado de la primera suerte, como fue el caso del trabajador de la Azucarera Domingo de la Mata Fraile, levantisco y que hubo de ser expulsado de la sala de plenos. Un mes después de ser adjudicados llega, en la sesión del día 1 de junio, conocimiento a los ediles de que se están negociando y vendiéndose algunos solares (por 70 duros en algún caso), y se acuerda denunciar a quienes así lo hagan por ir contra las bases de su cesión, y porque con ello pierde toda su eficacia la entrega realizada a los vecinos menos pudientes para que adquieran casa (se dirá en el pleno del 13 de julio).