lunes, 23 de septiembre de 2013

(7) DE VILLEGOS A CIUDADANOS POR LA GENEROSIDAD DE UN PRÓCER BAÑEZANO.


Durante la segunda mitad del siglo XIX La Bañeza, con su natural empuje y con el aporte del esfuerzo y las rentas de sus comarcanos, afianzaba las bases para lo que iba a ser el gran desarrollo demográfico y económico del XX, uno de cuyos anticipados jalones fue la concesión en enero de 1895 del título de ciudad por la reina regente María Cristina, en nombre de su hijo Alfonso XIII, como aprecio y premio por el progreso ya obtenido gracias a la agricultura y el comercio (los bañezanos Juan de Mata y Matías Casado aparecían en 1865 entre los 25 comerciantes mayores contribuyentes de la provincia; Eleuterio García como el 10º por industria) de una tierra tan rica en cultivos variados y generosa en materias primas, que habían propiciado el desarrollo de importantes actividades artesanales que la convirtieron ya desde el siglo XV en centro de producción y cantera de virtuosos del cuero, el lino o la lana, lo que explica que ya en el XVIII (a la altura de 1788) se creara la “Sociedad Económica de Amigos del País de La Bañeza”, con el objetivo de “promover la agricultura, perfeccionar las artes mecánicas, aumentar el comercio y establecer fábricas de géneros propios de las abundantes materias primas de esta provincia…”. 
Cabecera de mapa de la provincia de León de 1870, dedicado al Ilmo. Sr. D. Gabriel Fernández de Cadórniga
De la consecución de algunas de aquellas finalidades derivaría la existencia ya en 1781 de otra “Sociedad Económica, Caritativa y Política que por Real Cédula de S.M. se ha erigido en la villa de La Bañeza para la instrucción cristiana, socorro de los verdaderos pobres, y fomento de la industria”, en la portada de cuyos Estatutos destaca el escudo que representa a un niño faenando en la urdimbre de un telar bajo el lema “aprendo y soy socorrido”, en alusión al tradicional arte local del tejido de lienzos, importante actividad junto con otras como las del tintado y curtido de pieles, practicadas en sus abundantes tenerías (en el Padrón general bañezano de 1830 figuraban 31 tejedores y 5 curtidores). 
Fue artífice de aquella agraciada concesión real del fin de siglo al lugar que lo haría su Hijo Predilecto el prócer Gabriel Fernández Cadórniga, nacido en 1830 en La Bañeza, a cuyo distrito representó como diputado en Cortes en varias legislaturas (también lo fue por Astorga, Valencia de Don Juan, Motril y Azcaráz), además de cómo periodista colaborar y dirigir El Español, órgano del liberal Partido Moderado, ser senador por la provincia leonesa en otras, y ocupar cargos de relieve, como director general de la Administración Local, subsecretario de Gobernación, vocal del Real Consejo de Sanidad, gobernador civil de Pamplona y Valencia, y director general de Prisiones con el ministro Francisco Romero Robledo, inaugurando entonces, en 1884, la cárcel Modelo de Madrid. Una merced que la reina otorga a la villa a cambio y después de que el ilustre bañezano rechazara la adjudicación de un título nobiliario para sí, prefiriendo favorecer a la localidad de sus orígenes con las ventajas que el estatus de ciudad aparejaba de ser exentos sus moradores de algunos aranceles y tributos (según se nos manifestaba por algunos de sus descendientes en la que aún es en La Bañeza casona familiar de aquel linaje, requisada, por cierto, por los alzados de 1936 a los herederos (republicanos moderados) del antiguo benefactor, que dejaría a su fallecimiento en Madrid en 1900 un legado de 75.000 pesetas para el Hospital bañezano de la Vera Cruz). 

No hay comentarios: