jueves, 19 de junio de 2014

41.- Algunos bandos municipales del verano de 1935.-

A la mitad de julio de 1935 la alcaldía bañezana, presidida por Julio Fernández de la Poza, emite un bando “contra el uso inmoderado de los aparatos de radio que por su elevado tono causan molestias al vecindario, máxime algunos que funcionan a altas horas de la noche”. Por las molestias que causan los cochecitos destinados a conducir niños por los parajes donde se celebran los paseos públicos, principalmente los domingos y festivos, se dispone poco después prohibir dicho tránsito en tales días desde las siete de la tarde en las aceras o lugares donde se acostumbra celebrar los paseos, castigándose las infracciones de este acuerdo con las sanciones a que hubiere lugar. Otro bando establece al poco la obligación de los dueños de inmuebles destinados a vivienda de desinfectarlos cada vez que cambien de inquilinos, así como hacerlo de las habitaciones del difunto cuando sobrevenga el fallecimiento de cualquier persona que los ocupe, a cuyo fin el ayuntamiento facilitará los aparatos con los que ya cuenta, manejados por el practicante municipal.
Propone en un pleno municipal del inicio de agosto el concejal-gestor Servando Juárez Prieto (maestro de profesión) la construcción en los terrenos municipales de la calle Pablo Iglesias de una plaza de abastos “para que puedan ofrecerse a la venta con más higiene y limpieza los productos de alimentación”; el edil César Seoanez Romero pretende que para ello se construyan los locales adosados a la Iglesia de Santa María en la calle de la Verdura, antaño acordados y de los que ya existe proyecto, y expone el también concejal Tomás Pérez Benito (comerciante) que “resolver el problema del abastecimiento de aguas debe ser lo prioritario”, asunto que se estima preferente, y se acuerda realizar gestiones a dicho fin. También se resuelve publicar un bando y colocar cuanto antes las señales o discos adecuados a las entradas de la población “para que los automóviles circulen dentro de ella a velocidad moderada, y las bicicletas hagan otro tanto, sin que tomen las calles y plazas como lugares para su entrenamiento”.
Se decide en la sesión del 4 de septiembre remitir escrito a la Compañía Telefónica Nacional para pedir “que el servicio de teléfono lo hagan directo desde algunas ciudades de mayor importancia con las que desde esta se sostiene gran comunicación, pues se da el caso de que para hablar con Benavente tienen primero que comunicar con varios sitios”, algo que se conseguirá al inicio de diciembre, cuando se instale hilo telefónico con León (ya en 1913 era La Bañeza uno de los 16 lugares provinciales con los que se podía comunicar desde la capital, según aparece entonces en la Guía de la Provincia), Astorga y Ponferrada, después de que se haya trasladado la solicitud al director técnico de la Compañía y se interese en aquel asunto ante su vicepresidente desde su nuevo y reciente cargo de Comisario de los Ferrocarriles de la Zona Centro el bañezano Herminio Fernández de la Poza, militar acogido desde 1931 a los beneficios del retiro de la denominada Ley de Azaña, “al que se agradecen esta y otras gestiones beneficiosas para el vecindario”.
A la mitad de septiembre regresaba de uno de sus frecuentes viajes por España y el extranjero el alcalde Julio Fernández de la Poza, que en unos días se haría de nuevo cargo del consistorio. En el pleno del día 25 de aquel mes, que ya presidiría, se acordaba “adquirir una docena de cestas de alambre para ser colocadas en la vía pública (a la casa Riviere y Compañía, de Barcelona, primero media docena a modo de ensayo), para que en ellas puedan depositarse mondas, papeles y otros efectos que se arrojan en el pavimento de las calles, donde tan mal efecto producen, dándoles un aspecto grosero y sucio”. Cuando se coloque aquella “ornamentación moderna de ciudades cultas, atavío industrioso, cestitas de alambre que penden acá y acullá de los postes escogidos cual nido de jilgueros pendientes de la enramada”, se dirá en El Adelanto del 7 de diciembre que “el señor alcalde es muy fino, y que va a Londres muchas veces”, y que se canta la copla que señala que “Bañeza ya no es Bañeza / que es un segundo Madrid / ¿Quién no ha visto en La Bañeza / las cestas del papelín / que mandó el señor alcalde / colocar aquí y allí?…”.

Aquella preocupación por la higiene municipal debió de arraigar, pues en la primavera y el verano de 1936, se hacían estampar en anuncios y programas como los cinematográficos del Teatro Pérez Alonso textos como este: ¡Atención! No abandone este programa en la vía pública. Si ha de hacerlo, deposítelo en las cestas destinadas a este fin. (Ruego de la Autoridad Local).

La Plaza Mayor desde la calle Juan de Mansilla en una imagen de aquellos años.

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