miércoles, 25 de febrero de 2015

Dos años sin reina


José Cruz Cabo
La verdad es que los tiempos cambian y las cosas nacen y desaparecen y esto viene a cuento porque llevamos dos años sin reina de las fiestas y la disculpa que puso el equipo de gobierno del ayuntamiento, es que con la crisis no quería nadie ser reina.
En una ciudad de once mil habitantes, yo no me trago que ninguna familia de La Bañeza no quiera que su hija sea reina, aunque tenga que hacer un desenvolso importante, porque todavía hay gente que dispone de una economía saneada, aunque debido a la crisis, muchas familias no tengan ni para comer, como se ve en el aumento de gente que tiene que ayudar tanto Cáritas como Cruz Roja.
La primera reina de fiestas oficial se nombró en el año 1967, por el entonces alcalde, Fidel Sarmiento Fidalgo y que recayó en Conchita Villegas. Es verdad que hubo reinas de fiestas anteriores, pero era de forma esporádica y no nombradas por el ayuntamiento, sino por la comisión de fiestas de los años cuarenta y cincuenta. Yo recuerdo a Esperanza García y Fina Crespo, pero entonces no había carrozas ni desfiles, simplemente acudían a los pocos actos que entonces se organizaban, generalmente tres días de fiesta.
Hubo una intentona del primer Cronista Oficial, José Marcos de Segovia, porque las fiestas duraran desde el ocho de agosto, fiesta de San Salvador, como patrono de la primera parroquia de la ciudad y el quince de agosto la Asunción, pero las autoridades de entonces dijeron que eran muchos días de fiestas y no había dinero para tanto.
Siguiendo con las reinas oficiales, el Padre de Conchita Villegas, el último día de fiestas, invitó a la Corporación Municipal, a mi como periodista, ya que yo era el único que escrbia en El Adelanto, en Diario de León y hablaba por Radio Astorga y también a los que condujeron y dejaron los vehículos para el desfile, que por cierto también desfiló, Mari Nunci Roy, que aquel año había sido mis León. El banquete fue en el entonces Parador de Turismo, hoy Hotel Bedunia. Un banquete muy rico y elegante en las viandas, Nos sirvieron un pescado que parece ser fue el culpable de que los que lo comimos, tuvieramos trastornos gastricos, pero en pricipio nos trataron de otra cosa, Mari Nunci Roy fue operada de apendicitis sin tenerla, a mi me comenzaron tratando de la garganta. Nuri Pérez Ogando se desmayó en la entonces cafetería Las Palmeras y otros como Luis Carnicero, entonces concejal de fiestas, no les pasó nada porque bebieron coñac al final de la cena
Hubo otras reinas que nos dieron banquetes por nombrar a su hija reina, pero pasados los primeros años, después era solo el ayuntamiento el que ofrecía la cena de exaltación de la Reina. Los padres nos daban una cena como el caso de la Hija de Raquel Lombó cuando ibamos a pedirla, ya que yo asistía a todas, aunque el año 1970 Lenadro Sarmiento que acababa de entrar dijo que solo invitaba al Adelanto que entonces lo llevaba Polo Martínez y a mí, a pesar de tener tres corresponsalías, Diario de León Radio Astorga y la Agencia EFE, dijo que no había dinero para tanto, Aunque al siguiente año se dio cuenta, y ya me invitó a todas las seis cenas que dio como Alcalde. Yo iba a pedirla y Delfín Peérez Linacero hacia las fotos, ya que además era en aquellos años concejal por el tercio de entidades y era el Delegado de la banda y enviaba fotos para Proa primero y La Crónica después..

En fin estos recuerdos me han venido a la memoria porque no se devieron de cortar nunca, ya que yo no me creo que en nuestra ciudad no haya familias que tengan hijas y puedan costear los gastos que el ser reina pueda producir. Una cosa es la crisis y otra las costumbres arraigadas de una ciudad, ya que fueron cuarenta y siete las reinas seguidas que dieron fama y brillantez a nuestras fiestas patronales.

67.-'Azul', revista semanal sobre arte, literatura, agricultura y feminismo.-

El 8 de agosto de 1920 se publicaba el primer ejemplar de la bañezana revista semanal Azul, que salía los domingos y trataba sobre “arte, literatura, agricultura y feminismo”. Aparecieron al menos 22 números, hasta enero de 1921, y en ella escribían Pelayo Loydi, en cuya imprenta primero y después en la de su viuda se elaboraba, y Menas Alonso Llamas, que colaboraba además en el periódico madrileño El Redentor con sus columnas de crítica literaria y teatral. Fue su director Antonio García, casi en todo su recorrido, sustituido por Pelayo Loydi el 10 de enero de 1921.
También se ocupaba de la vida local, y en el número 7, del 25 de septiembre de 1920, de denunciar como en La Bañeza tiene la prensa importancia nula (a pesar de tanta como se publica) pues “ni se la escucha ni se la atiende desde la alcaldía -que ostenta el militar Ildefonso Abastas Prieto en este caso- cuando desde esta publicación se han señalado abusos y desmanes que continúan produciéndose acaso con más despreocupación y más cinismo” en un ayuntamiento al que se ha tachado de “inactivo, abandonado y falto de interés por el pueblo”. Se inquiere desde sus páginas por los enojos municipales entre los regidores actuales y los anteriores por causa de las cuentas y del estado de las arcas, una situación que fue frecuente también en otros ayuntamientos de la zona en estos años y en los que siguieron, al igual que las reclamaciones por estos motivos de las corporaciones entrantes a las salientes, y las peticiones de cuentas pocas veces presentadas y de devoluciones de fondos escasamente atendidas.
En el del 24 de octubre del mismo año se propone por el maestro Alfredo González Santos con ocasión de la celebración de la Fiesta de la Raza que se establezca para los educandos bañezanos la mutualidad escolar, una en cada una de las dos escuelas, como obra de previsión y sociedad infantil de socorros mutuos, de ahorro, de seguro de dote y ante la enfermedad y el fallecimiento, y de “pensión de retiro para la vejez”, al tiempo que les facilita medios para disfrutar de cantina escolar, ropero y colonias escolares de verano. En aquellas mutualidades, nacidas con el siglo de la preocupación social de la maestra leonesa Faustina Álvarez, “buenas, en grado superlativo, por los medios de que se valen y los fines que se proponen”, se pagaba una cuota de entrada de una peseta, y 50 céntimos al mes, cobrando el mutualista 15 pesetas por un mes de enfermedad (la mitad de lo aportado en cinco años), y desde los 65 de edad se percibía la jubilación, pues, como señalaba la maestra, “debemos prevenirnos contra una vejez miserable que nos lleve a pedir limosna” (mediante la limosna como único recurso pretendían aún remediar su miserable vejez algunos de los abundantes pobres que hasta los pasados años sesenta recorrían nuestros pueblos).
Por la sección de “Ecos y Noticias” nos enteramos de que Salvador Fernández se ocupa desde su peluquería de las suscripciones y la corresponsalía de las publicaciones El Sol, El Día, El Debate, El Imparcial, La Correspondencia de España, El Universo, Heraldo de Madrid, Mundo Gráfico, La Esfera, y Nuevo Mundo, una muy nutrida representación de los medios de aquel momento (de algunos de ellos las había ejercido el tipógrafo socialista Ramón Santos Prada años antes). También del ofrecimiento de alguna “ama de cría de 20 años con leche fresca, para criar en casa de sus padres”; del nombramiento de forense en La Bañeza de Benigno Velázquez, médico ejerciente en San Cristóbal de la Polantera; del matrimonio de quien sería después por largos años secretario del ayuntamiento de Santa Elena de Jamuz (era en marzo de 1938 su Jefe Local de F.E.T.
y de las J.O.N.S), Pedro del Palacio, con Amparo Díez Moro, “una señorita muy ‘enseñoritá’ de La Bañeza”; de que Servando Juárez Prieto era entonces el director del Colegio del Niño Jesús, o de la publicación en el Boletín Oficial de la Provincia de la disposición del ministerio de Trabajo para la elección de vocales de las clases obrera y patronal para integrar el Instituto de Reformas Sociales, autorizando a las mujeres a ser electoras y elegibles, noticia que suponemos especialmente grata a la revista, dada su inclinación al feminismo.
Interesantes e ilustrativos nos parecen también algunos de los anuncios que se incluyen en todas las publicaciones de la época. Por los de ésta sabemos que el médico-dentista J. Alija Rodríguez, establecido en San Esteban de Nogales (y en Puente Domingo Flórez en julio de 1921, según ejemplar de El Sorbete), atiende en La Bañeza en su Gabinete Dental de la calle Marqués de Cubas, y de la existencia en la ciudad de la “Academia Politécnica, Colegio de Primera y Segunda Enseñanza incorporado al Instituto General y Técnico de León y subvencionado por el ayuntamiento bañezano, de cuyo cuadro de profesores para el curso 1920-1921 forman parte Magdalena Rollán como directora, y el sacerdote Lucas Castrillo Martínez como director espiritual, además de María e Hilario Escudero Fernández como respectivos directora de alumnas y secretario y profesor; otros enseñantes son José María Arrojo, Pedro Marcos, Ernesto H. Lietrisch, Ventura García Becerril, y Benigno Reyero. Admite alumnos de ambos sexos, convenientemente separados, internos, mediopensionistas, vigilados, y externos. Imparte estudios de primaria, bachillerato, magisterio, comercio, idiomas (Francés, Inglés y Alemán), y otros, y sus tarifas mensuales varían entre 5 y 50 pesetas según los estudios, y según la modalidad de alojamiento entre las 125 pesetas de la Pensión completa de 1ª con la enseñanza, a las 15 de los Vigilados sin merienda”.

66.-Alcaldes republicanos de La Bañeza (I).

Alusión a la Primera República y a sus discordias

“La noticia de la implantación de la Primera República llegó a la villa bañezana el 13 de febrero de 1873 en dos misivas del alcalde de Astorga manifestando que “las Cortes, después de admitir la renuncia que del Trono de España ha hecho don Amadeo de Saboya, y de constituirse en Soberanas, han proclamado la República y establecido un Poder ejecutivo”.
Existía en La Bañeza una Compañía de Voluntarios de la Libertad (en la que era corneta Santiago Manjón Carrera) que en aquellos primeros días republicanos hicieron guardias y retenes velando por el orden público y por la seguridad de las personas y propiedades.
El último ayuntamiento se había formado hacía un año, y desde entonces y hasta últimos de septiembre de 1873 estuvo constituido de la siguiente forma: alcalde, Estanislao del Egido Ferrero; tenientes, Menas Alonso Fresno y Blas González Ferrero; sindico, Eusebio González Cela; y regidores, Agustín Fernández Pérez, Ángel Fernández Franco, Tomás Rubio Iglesias, Manuel García Vizán, Francisco Arijo, y Vicente González Villares; era secretario municipal Manuel Fernández Cadórniga, que se había posesionado de la oficina el 19 de abril de 1872.
Aquel año la corporación municipal acordó “gastar lo necesario para la procesión del Corpus, que saldrá este año como los anteriores, haciéndose las invitaciones y pagándose su gasto y el obsequio que acostumbra tener el consistorio, y publicándose un bando para que las calles y plazas que ha de recorrer estén limpias y desembarazadas”. En julio se celebraron misiones en la iglesia, y a la procesión que el día 2 se celebró fue invitada la corporación, que asistió con la Banda de Música dirigida por Vicente Barrachina.
El número de vecinos era entonces inferior a 800, y el de familias pobres de 160, que servían como médico Gaspar Yébenes Ruiz y como cirujano Julián Pérez Valderrey. El presupuesto municipal ordinario se cifraba en 43.179,20 pesetas.

Se celebraron elecciones municipales los días 12, 13 y 14 de julio, después de los sucesos de la calle de la Madera (un grave altercado y enfrentamiento producidos entre facciones rivales y afines a aquella República recién instaurada, sofocados por los cerca de cuarenta miembros de Infantería y de Caballería de la Benemérita asentados en su guarnición bañezana), de las que resultaron los concejales que el 24 de septiembre fueron recibidos cortésmente por los que cesaban, pasando a ser alcalde Antonio Cabo de las Heras; tenientes, Joaquín Moro Fernández y Jerónimo Álvarez Fraile; síndico, Ángel Fernández Franco; regidores Julián Fernández Suárez, Pedro Martínez Román, Buenaventura Rubio Nadal, Domingo Falagán, Teodoro González Pérez y Juan García Pérez; ejerció de secretario interino Marcos Pérez González hasta octubre, mes en el cual José Manuel Perandones es designado en propiedad. Tal fue la corporación que rigió los destinos municipales de la villa basta el 18 de marzo siguiente, en que se disuelve y el Juez municipal Manuel Ferrero Santos da posesión a los nuevos ediles.
Había colegio de segunda enseñanza, cuya dirección desempeñaba Toribio Moro Villasol, y eran maestros María Sánchez y Francisco Alonso, habiéndose nombrado auxiliar pasante interina de la escuela de niñas, en atención a las buenas prendas, habilidad y disposición que reúne para dicho cargo, a Anselma Jesusa Blanco García (hermana del fraile agustino Francisco Blanco, que había llegado destinada a la villa desde Astorga, y que casaría más tarde con Isidoro Valderas, acaudalado comerciante de tejidos -“nacionales y extranjeros”- del lugar, ocupándose cuando enviude de él -a finales de 1893- de regentar el establecimiento “El precio fijo”, situado en el inicio de la calle del Reloj).
La calle de la Fuente era entonces tan estrecha que perjudicaba a sus fachadas el paso de los carros de rozo que se traían del monte de la villa; el sobrestante de Obras Públicas, José Latas Valcarce, dirigía la cimentación de las pilastras del que fue después Puente de Requejo, ya que en el invierno de 1871 una fuerte crecida del río Tuerto había destruido el puente municipal existente. El ayuntamiento poseía en la plaza de la Cruz Dorada (Obispo Alcolea después) una casa denominada el Cuartel (en cuyo solar se asentarán después –en 1884 y siendo alcalde constitucional Joaquín Núñez Franco- las Escuelas de la Villa), y gravaba al vecindario con un impuesto sobre huecos (puertas, ventanas y balcones); y por haber..., había ya también intrusiones en los campos comuna-les…”
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Tal era el relato de Salvador Ferreras Mansilla (pseudónimo de José Marcos de Segovia) en su sección de “Estampas bañezanas” en El Adelanto del 25 de febrero de 1933, cuando, según también decía, “el 11 de aquel mes se había cumplido el sesenta aniversario de la proclamación de la Primera República Española, fiesta nacional por disposición reciente; y esclavos de la actualidad, queremos en esta ‘Estampa’ reflejar algo de lo que en 1873 ocurría en la entonces villa de La Bañeza”. Las alusiones a los actos religiosos y los impuestos se entienden motivadas por la novedad de algunos arbitrios municipales recién establecidos cuando escribe, y por la álgida y combativa campaña contra el laicismo republicano en la que la entonces bisoña y católica publicación bañezana está embarcada.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Mi cartilla de la Caja Nacional de Seguro de Enfermedad


José Cruz Cabo
Mi hermano Juan José Cruz, más conocido por Jillo, me dio el otro día la primera cartilla que yo tuve del Seguro de Enfermedad y que está fechada el día 20 de Enero de 1951, cuando ya hacía cinco años que trabajaba como tipógrafo en Gráficas Rafael.
El domicilio de entonces era la calle San Eusebio número 2, que corresponde al Corralón del Barrio de San Eusebio, donde había ido a vivir en 1940. La casa era de dos habitaciones y cocina de leña y no tenía techos rasos y el piso era de barro, por lo que cuando llovía había goteras de las que se libraban las tres camas y pocos trozos mas.
Durante quince años viví en dicha casa hasta que en 1955, me casé y pasé a vivir a la calle Astorga. La verdad es que tengo muy buenos recuerdos de aquella época, ya que aunque la casa no tenía ninguna condición de comodidad, los vecinos de este entonces populoso barrio, estaban siempre dispuestos a ayudarse entre sí y en el verano se formaban unas tertulias a las puertas de las casas, donde se salía a cenar lo poco que había, y se formaban unas tertulias muy agradables, mientras los chavales jugábamos por la calle al pite, a la una anda la mula, al escondite, al peón, al pinchote o a cualquier juego que se podía desarrollar en la calle.
Muchas veces mi padre, para entretener a sus hijos y a los amigos de mis hermanos los sentaba en el suelo de la cocina, sacaba los cartones y el bombo de la lotería y nos reuniamos unos cuantos como los hijos de la señora Pilar y su marido, conocido popularmente por Arocha y mi padre, Manolillo, nos cantaba la lotería con esa gracia andaluza que tenía, también para las saetas ya que cada uno de los números de la misma tenía un sobre nombre, como los patitos, don pepito y su corbatín, las banderas de italia o las monjas de rodillas, así hasta los noventa números de la misma.
Muchas veces me lo ha recordado Jesús Valle, más conocido por Arocha, que junto a mis hermanos Juanjo y Guillermo, se reunían Santiago, Jesús y Carmina, y mientras su madre Pilar, mujer encantadora y bellísima persona, a la que siempre traté con gran afecto, hasta poco antes de su muerte, charlaba con la mia, segunda esposa de mi padre y también llamada Pilar, que fue más que mi segunda madre.
Tiempos de penuria, de racionamiento, de hambre, pero que ahora en el recuerdo fueron años maravillosos, a pesar del frio y las necesidades que pasabamos. Los hombres del barrio mientras estaban en la taberna del señor Bautista, que estaba en la esquina de la segunda cuesta del barrio.

En esa época las personas deeste barrio estaban siempre ayudandose unas a otras y hasta salían a pedir para el entierro de vecinos que no podían pagar el entierro o las misas, y entre todos lo costeaban. Allí don Angel un par de años subió a la Virgen de Fátima, a una de las casas del barrio, durante las misiones de cuaresma, y los vecinos y vecinas se turnaban, para que la imagen de la Virgen estuviera siempre acompañada, hasta el día siguiente que se volvía a bajar a la iglesia de Santa María. Durante la juventud muchos de los jóvenes que formaban pandillas mixtas, bajabamos a la Plaza Mayor para sentarse en los bancos y contar chistes o charlar amigablemente hasta las doce de la noche que volviamos para casa y solíamos hacerlo cantando. Recuerdo tres o cuatro inundaciones por haber llovido muchísimo y el agua bajaba por la calle Santa Elena en forma de rio y los chicos pasábamos a las chicas a hombros, para que no se mojaran, hasta el principio de la primera cuesta en que ya no había agua, y todo se hacía sin malicia, solo nos procupaba la amistad y la generosidad con nuestros compañeros. Fueron quince años en los que fui creciendo, madurando, adquiriendo conocimientos en la Escuela Nocturna de Acción Católica y donde inicié mi profesión con la que pude hacerme un hueco en la sociedad bañezana.