martes, 23 de junio de 2015

Unos semáforos que no se compraron


José Cruz Cabo
Corría el año 1971 y en un pleno del ayuntamiento se trató de comprar unos semáforos para que se pusieran en la calle del Reloj, justo donde comienza su desvio para la hoy calle Conrado Blanco y Vía de la plata, con objeto de regular el paso de coches y camiones en dicho cruce, ya qaue la circulación de vehículos comenzaba a crecer y la calle del reloj y la de Manuel Diz eran de doble dirección.
Hubo en el pleno una fuerte discusión sobre la importancia de regular el tráfico por esa calle, porque cualquier dia podía acaecer un accidente con peligro tanto para los conductores como para  los peatones, ya que no había, como ahora, pasos de cebra para los que cruzan andando la calle.
Después de un tira y afloja, el entonces alcalde, el abogado Leandro Sarmiento Fidalgo, se decidió a pedir precio de los mismos y si podía el ayuntamiento comprarlos.
Pasó un tiempo de varios meses y el asunto volvió al pleno, una vez que una empresa envió el coste de los semáforos que se comprometía a ponerlos, pero el coste era de setenta y cinco mil pesetas. Después de pensar y repensar  como se podían pagar, Leandro decidió que el ayuntamiento no podía empeñarse más, y por lo tanto dicha compra estaba fuera de los presupuestos del municipio y por ello se acordó no comprarlos.
En aquellos dias el consistorio estaba dando comienzo a las obras de la piscina de verano en el llamado Campo de San Manuel, que se inauguró al año siguiente 1972, el 18 de julio a las cinco de la tarde, y el ayuntamiento no tenía dinero para hacer esa obra que a los ediles y al alcalde les parecía muy necesaria de cara a traer forasteros a nuestra ciudad, y los semáfortos podían esperar a mejor ocasión, cuando hubiera dinero para ello. La piscina se inauguró, pero los semáfortos no se compraron, porque después, cuando ya el tráfico era más fuerte, se decidió hacer esas calles de dirección única y nadie se volvio a acordar de aquellos semáforos.

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