jueves, 10 de septiembre de 2015

Despedida a Fermín Ortiz Palau


José Cruz Cabo
Fueron muchos años de convivencia y amistad, con Fermín Ortiz Palau, cariñosamente conocido por Niní. Ya que comenzamos nuestra amistad a través del fútbol, siendo él defensa de la Bañeza Futbol Club, desde sus inicios. Su bondad y sobre todo su carisma, que le obligaban a llevarse bien con todos, nunca le vi enfadado, hacían de él una persona amable, trabajadora, simpática y sobre todo dedicada por entero a su equipo, al que mientras el cuerpo aguantó, siempre estuvo en primera línea para que el equipo bañezano  fuera parte de su vida y de su alma.
Comenzó en ella de defensa y estuvo muchos años defendiendo sus colores, cuando los músculos comenzaron a decirle que ya no podía jugar, hizo de árbitro en algunos partidos. Recuerdo uno en La Llanera en que el árbitro no vino y tuvo que salir Niní a arbitrarlo. Me parece que quedó en empate, pero el equipo forastero marchó muy enfadado con su actuación, porque benefició descaradamente al equipo local, aunque él solo hizo que aplicar el reglamento, Pero en muchos partidos de juveniles hacia de arbitro y sobre todo, una vez que ya no pudo  ser titular en La Bañeza, se dedicó a mejorar el cesped, a preparar el utillaje de los jugadores, a realizar todo lo que el campo de fútbol y el equipo de sus amores necesitara, y así estuvo durante más de sesenta años. Cuando el ayuntamiento le concedió el premio a toda una vida dedicada al deporte, su alegría siguió siendo humilde y agradecida, y siguió luchando por su Bañeza en lo que el equipo necesitara.
Siempre se le veía acompañado de su esposa Maruja Fontanilla, y cuando  esta ya no pudo andar, Niní la sacaba a pasear en silla de ruedas, tan enamorado y orgulloso como cuando se casaron. Niní para todos tenía palabras afectuosas y siempre le veías con la sonrisa en los labios, yo en tanto años que le conocí, nunca le vi enfadarse por nada. Su equilibrio emocional era siempre amable y amistoso con todo el mundo.
En estos momentos dolorosos para Maruja su esposa, Fermín su hijo y Loli su hija política, nos unimos a ellos en su aflicción y te deseamos Niní, que en el más allá te hayas reunido con tu íntimo amigo Sines y con tantos compañeros que tuviste y murieron antes que tú. Descansa en Paz y espérame en la otra vida para seguir nuestra amistad.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

77.- La Casa del Pueblo de La Bañeza.-

Desde el 1 de enero de 1917, aunque su Reglamento tiene fecha del 20 de agosto de 1916, funcionó en La Bañeza la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos San José, de cuya junta directiva formaba parte entonces Valentín González, la misma a la que el Ayuntamiento cedería el 3 de julio de 1916, “en interés de la clase obrera, un solar sobrante de vía pública en el corral de la villa para que construya una casa domicilio en las siguientes condiciones: la Corporación cede además piedra de las canteras y madera de los planteles; el local que en él se edifique será para todos los obreros bañezanos, y pasará a poder del municipio si se disolviese aquella sociedad”. El solar cedido a la Sociedad Obrera fue vendido en su mitad a la bañezana Sociedad de Socorros Mutuos La Caridad, y sobre él, de común acuerdo, construyeron ambas entidades el inmueble en el que las dos compartieron sede, que acogería a la Federación Local de Sociedades Obreras en que se transforma con el tiempo la primera y también a la Agrupación Socialista y a las Juventudes Socialistas una vez que una y otra se forman en La Bañeza en marzo de 1930 y a finales de diciembre de 1931. En aquel edificio se alojaba ya en 1920 la bañezana Sociedad de Oficios Varios, a la que en el XIV Congreso de la UGT de aquel año representaba Modesto Ruiz García.
El 31 de octubre de 1932 remiten al Ayuntamiento desde el Partido Socialista local y la citada Federación una solicitud para que les permitan edificar la Casa del Pueblo en el solar que había ocupado el derruido Teatro Viejo, por el primero el tipógrafo Abraham Bécares Rodríguez (presidente), Patricio Carrera y Santiago Fernández (éste era en marzo de 1931 responsable de La Caridad), y por la segunda el también impresor Eugenio Sierra Fernández (presidente), José García (González) y el albañil Alejandro Plaza Fernández. Por las actas de las sesiones municipales de las correspondientes fechas conocemos que además de que el local pertenecía a ambas sociedades (aunque el Consistorio desconocía la venta de la mitad del solar cedido antaño), La Caridad quiere ahora vender su parte, y exige que las otras le paguen la mitad de su valor, lo que no pueden hacer la Sociedad Obrera y la Agrupación Socialista, que alegan que no disponen de dinero, y que para el nuevo edificio en el que pretenden alojar la Casa del Pueblo no precisan efectivo, pues lo harán con su trabajo, además de insistir en lo necesario que les resulta disponer de un más amplio local que dé cobijo a los cada vez más numerosos obreros bañezanos, “lo que será beneficioso para todos, obreros y ricos, ya que si éstos lo son hoy pueden dejar de serlo mañana; un local para la educación e instrucción del pueblo, sin diferencias ideológicas, para engrandecer la paz evitando la intransigencia entre patronos y obreros y buscando el cariño entre ambas clases”, argumentará el concejal Narciso Asensio Asensio.
Se ceñía la premisa del edil socialista al que era uno de los fines de las Casas del Pueblo, en las que se pretendía la formación integral de los trabajadores en diversos aspectos: instrucción, cultura, formación sindical y política en relación con su papel y las ideas de la emancipación de la clase obrera, educación y formación contemplada como alternativa ante las carencias educativas públicas de entonces y a los valores educativos dominantes, objetivos por los que en la de La Bañeza colaborará al poco Joaquín González Duviz (seria su presidente en 1934, según consta en el sumario que en 1936 lo condenaría a ser fusilado en febrero de 1937), dando clases e instruyendo a un grupo de trabajadores bañezanos (que se referían a él como “el maestro”), a los que atendía después de finalizar el uno y los otros sus trabajos entre recomendaciones de que asistieran a aquellas enseñanzas limpios y aseados, aunque hubiera de ser en alpargatas (así, “los de las alpargatas” llamaban a los obreros los señoritos de La Bañeza, por no tener la mayoría para comprar zapatos, e incluso algunos habían de mercarlas con dificultades y al fiado). Colaboraba también al cumplimiento de aquellos objetivos instructivos y a la ilustración de los obreros la existencia de una biblioteca (tan importante en una ciudad en la que, a pesar de los variados intentos anteriores, no existirá una biblioteca pública hasta que se cree la municipal en 1942), cuyos libros, por cierto, desaparecerían tras el triunfo de los alzados el 18 de julio de 1936, sin que se conozca donde terminaron (hay quien dice que en el Casino).
El solar que han pedido se destinaba para casa-cuartel (ya había planos) o viviendas de maestros, y además el mismo lugar del antiguo Coliseo lo solicita el constructor de carros Pedro Rivas Rivas para levantar en él una auto-estación (“en condiciones de explotación similares a la de León y por un periodo de 20 años, quedando después de propiedad del Ayuntamiento”). No accederá la Corporación ni a una ni a otra petición, pues “no hace mucho se acordó no conceder el terreno que pedía la Sociedad de Labradores por carecer de él”, alegan algunos ediles, y a igual acuerdo se llega ahora por mayoría, después de que voten a favor tan solo los regidores socialistas.
De la Federación Local que había firmado aquella petición formarían parte la sección bañezana de la Federación Gráfica Española, de la UGT, cuyo responsable en octubre de 1926 era Miguel García, y la sección de la Federación Nacional de las Artes Blancas Alimenticias, en la que se encuadrarían trabajadores de las fábricas de harina, activa con tan evocadora denominación en la ciudad al menos en febrero de 1933. Uno y otro sindicato, de las ramas de alimentación y de artes gráficas, tenían también presencia en las mismas fechas en Astorga. En La Bañeza unas y otras sociedades obreras, y la Agrupación y las Juventudes Socialistas, eran acogidas en la común Casa del Pueblo, de la que serían presidentes, entre otros, Elías Falagán Martínez, el último en la República, desde el inicio de mayo de 1936 (también postrer presidente de la Agrupación Socialista, elegido a finales del mismo mes y año), y antes Manuel Raigada Ferrero y Modesto Martínez Castillo, siéndolo Toribio Santos Santos en las fechas de octubre de 1934.

Inauguración de la Casa del Pueblo de La Bañeza. Primavera de 1933.
Poco después de aquella denegación municipal (seguramente ya en la primavera de 1933), con la aportación en hacendera del trabajo de sus asociados y la colaboración de quien era Registrador de la Propiedad en La Bañeza, Juan María Begué Arjona, que se constituyó en avalista para la compra de la ampliación del solar  (“de una parte de la Casa del Pueblo”, dirá en su declaración del 3 de septiembre de 1936, cuando sea procesado, añadiendo que “al ser destinado a partir de 1934 a Pola de Laviana -lo fue al inicio de enero de 1935- abonó su parte en el Monte de Piedad”) se levantará la ya autónoma Casa del Pueblo en el mismo terreno que antes ocupara el local conocido como la Casa Obrera y situado por debajo de la Iglesia del Salvador, al lado del reguero que llegaba bordeando la plazoleta para seguir discurriendo por sucesivas calles bañezanas hasta desembocar en la del Arrote después de transcurrir (y anegar) por las del Marqués de Cubas, Obispo Alcolea y del Carmen. El soleado día de su inauguración posaban para la posteridad un nutrido grupo de socialistas bañezanos endomingados con sus mejores galas y puño en alto, camisa y corbata roja algunos, y todos henchidos del entusiasmo y del ardor que tal vez les contagiara la que parece antorcha que flamea en la roja pancarta o estandarte bajo el que ufanos y gozosos se sitúan, desconociendo las dolorosas consecuencias que para muchos de ellos tendría en unos años la fe que a aquella bandera profesaran.
Contra lo que le achacarán los represores cuando instruyan el Sumario 151/36 “por los hechos de julio en La Bañeza”, dirá el Registrador no haber dado su garantía para la adquisición del cinematógrafo con el que pronto se dotó la Casa del Pueblo bañezana, el mismo que alumbraba las sesiones de cine que allí se realizaban (al menos desde febrero de 1934, cuando se suspenden para los menores de diez años por la epidemia de sarampión que se desata), dos por semana, los sábados y domingos, a las que a veces también acudían socialistas de los pueblos cercanos, como Castrocalbón o Jiménez de Jamuz, de las Juventudes y las Agrupaciones, “de mayores” y también de las infantiles (los llamados pioneros socialistas), donde las había, como sucedía en el segundo, del que asistían chiquillos y chiquillas a deleitarse con las asombrosas y arriesgadas aventuras de “Pamplinas” (Buster Keaton) y otros héroes del celuloide, acompañados y al cuidado de los muchachos de las Juventudes Socialistas del lugar, aunque se pasaban películas de todo tipo, como las de Angelillo, famoso flamenco que triunfaba aquellos años, en veladas que en verano eran a veces al aire libre en la Plaza de Romero Robledo, en una pantalla extendida que añadía la magia y el asombro de permitir ver por los dos lados las imágenes.
Conjeturamos que la venta de la mitad del solar hecha por la recién creada Sociedad Obrera a la Sociedad La Caridad en 1916 fuera tal vez el modo en que aquella financió su parte en la construcción del edificio compartido con la veterana entidad, con mejores disponibilidades económicas (en realidad titular desde años antes de un extenso capital). La necesidad de los ajustes financieros que en 1932 urgía la segunda sociedad obedecía sin duda a su voluntad de disponer también de un local independiente y propio, cuya construcción ya había comenzado en 1931 y que se inaugurará, en la avenida de Pablo Iglesias, en agosto de 1934. La Casa del Pueblo de La Bañeza, que ocupa dos números de la antigua plazoleta Primero de Mayo (luego de Calvo Sotelo, y hoy de las Tierras Bañezanas) en la que se sitúa, aparece en cualquier caso en la Historia del socialismo español como propiedad de las organizaciones obreras socialistas (PSOE y UGT), incautada y adjudicada a la franquista Delegación Nacional de Sindicatos en abril de 1941.   


Una imagen actual de la Casa del Pueblo bañezana.

76.- Los pueblos de las tierras bañezanas en 1919 según Manuel Fernández y Fernández Núñez.-

En 1919, en sus Apuntes para la historia del Partido al que da nombre La Bañeza, señala el autor que en el valle regado por el Duerna existen multitud de molinos harineros y pisones, y en Castrillo (aparece nombrado en aquel año como “de los Nabos”) existió por entonces una fábrica de curtidos cuyos productos se enviaban a la Corte, tenerías surtidas por las aguas de ríos que más allá, en Palacios, eran apropiadas para el riego diariamente por mitad y compartidas por turno las restantes con los pueblos de Castrillo, Robledo, Robledino, Fresno y Castrotierra. 
Los habitantes del valle del Eria comercian sus productos de la tierra en los mercados de Benavente, Castrocontrigo y La Bañeza, y en el cauce del rio asientan algunas moliendas de harina y de aceite de linaza (usado antaño como combustible de alumbrado en las casas humildes). En la estrecha hondonada del Jamuz (también con abundancia de molinos) productora de trigos y centenos pasta ganado cabrío de cuya leche se surte La Bañeza, y en los pueblos de Jiménez y Santa Elena de Jamuz existen hornos de alfarería en el primero y en el segundo de tejas, ladrillos y baldosa, una industria esta última desaparecida hace unos 65 años después de haber durado cientos de ellos contribuyendo con su no escasa rentabilidad y unos ingresos complementarios a los de la labranza de las familias que en ello se ocupaban (unos 15 tejares llegó a haber en funcionamiento), cerrados a la postre por la conjunción de diversos motivos (el de Laureano Turrado fue el que hasta más tarde se mantuvo) y poniendo fin a unos trabajos artesanos por tantos años florecientes.
La Presa Cerrajera fertiliza y hace productiva una línea angosta y extensa del Páramo, que se añade a los terrenos antes casi infecundos y hoy feraces gracias a las norias que la industria ha proveído, y el Cauce de los Cuatro Concejos, que se sangra también del Órbigo en San Martín de Torres, corre por los términos de sus pueblos propietarios (San Juan de Torres, Villanueva de Jamuz, Quintana del Marco y Genestacio de la Vega) y muere de nuevo al mismo río cerca de La Nora. Para aquellas tierras paramesas auguraba un mejor porvenir Miguel Medina Bravo en 1930 en su Tierra leonesa. Ensayo geográfico sobre la provincia de León, fiado en el afloramiento del abundante agua del subsuelo con las norias y pozos artesianos y las modernas bombas eléctricas que habrían de llegar. Hoy sabemos que estuvo cerca el fiasco y el desastre de las escasas cosechas al final de los años 40, al agotarse casi los acuíferos, y que la salvación vino del agua embalsada del río Luna.
De las casas de los pueblos y aldeas de la comarca valida aún el autor lo que ya en 1845 dijera Pascual Madoz en su Diccionario, y de los aldeanos dice que “son muy poco cuidadosos de su aseo, abandonados y contrarios a los preceptos de la higiene”. La situación de las viviendas, “con paredes de barro salpicado de paja, que sostienen la tierra y el césped de la techumbre, a dos vertientes; que en Ardoncino carecen de chimeneas en las campanas de sus cocinas, marchándose el humo por entre las tejas lentamente; y que así están hoy, como en el siglo X, y como antes de la Era Cristiana”, es corroborada por el arquitecto Gustavo Fernández Valbuena en 1922, y en poco difiere de la que la medievalista Margarita Torres documenta para estas mismas tierras en el siglo XI.
El tráfico de gramíneas, cereales, patatas, garbanzos y alubias hacia y desde los almacenes bañezanos constituye el principal elemento de riqueza para el partido y la ciudad. Doce horas lleva viajar en tren hasta Madrid, a donde conduce también la nacional desde Coruña, que transita por lugares de antiguas paradas de Postas como la de Pozuelo del Páramo y ventas como las de Moscas y San Antón, en Toral de Fondo. Estaban en construcción las carreteras que conducirían a Camarzana (terminada solo hasta Castrocalbón, y cuyo trazado inicial se había variado allí en enero de 1916) y a Sanabria por Herreros de Jamuz. Se proyectaba construir caminos vecinales a Destriana, Alija de los Melones y Bustillo del Páramo, solicitados por los ayuntamientos a la Diputación, y enlazaba con la ruta León-Caboalles la vía que había construido el bañezano Gabriel Fernández Cadórniga para conectar la población con Veguellina y su estación de la línea férrea Coruña-Madrid (en 1913 estaba aún sin realizar todo el tramo Rionegro-La Bañeza, y solo construido hasta Destriana el trazado Astorga-Puebla de Sanabria). Los restantes caminos del partido judicial son de herradura y se hallan en lamentable estado, y no lo hay propiamente hasta León, a donde se viajaba en tren pasando previamente por Astorga o desplazándose a cogerlo en Veguellina.
Se celebran mercados semanales en La Bañeza, Laguna de Negrillos y Castrocontrigo los sábados, domingos y viernes (y en el último la feria de las Cruces por Santo Toribio), a los que concurren campesinos cuya única fortuna son los productos que allí llevan y donde no faltan acaparadores y defraudadores que explotan sus apremios. Hay tantas romerías como santos patronos en las parroquias de los pueblos, siendo notables las de Santo Tirso, Palacios de la Valduerna y Castrotierra, y las rogativas de este lugar por sequías u otras calamidades públicas, a las que acuden con cruces y pendones todos los pueblos de siete leguas en contorno.


Son los naturales de esta tierra sencillos, tímidos y crédulos, apegados a las tradiciones de sus padres y exactos en el cumplimiento de sus promesas y contratos, respetuosos con la autoridad y amantes de las leyes, y de golpes en quimeras de mozos y de algunas raterías de poco valor se suelen ocupar sus tribunales. Frugales en la alimentación, dice el autor, que vuelve a traer a su tiempo lo que ya señalara Pascual Madoz 65 años antes, y añade que según referencias del bañezano Gaspar Julio Pérez Alonso (abogado) se ha desatado en La Bañeza y en varios pueblos de poco a esta parte la afición al viñedo, y hay más extensión de viñas con plantas americanas que nunca, y que en la cabecera del partido y por algunos aldeanos de pueblos limítrofes se perfeccionaron desde hace algunos años los sistemas de recolección y siembra con aparatos y máquinas modernas. También hay propietarios con miles de frutales cuya fruta compran los murcianos para enviarla a Londres, donde pasa por murciana siendo leonesa.



Casa campesina. G. Fernández Valbuena. La arquitectura humilde de un pueblo                                del páramo leonés: Ardoncino. Arquitectura, 1922.
Pesan aún sobre los habitantes de estos pueblos deudas enormes contraídas con implacables usureros que sin piedad les cobran desorbitados intereses (no ya tantos, por fortuna, como en tiempos pasados), y este inmoral tráfico ha alterado su natural nobleza, y de confiados y leales los ha tornado huraños y recelosos. Opuestos a asociarse para cualquier empresa, nadie intentó el esfuerzo de una colectividad para fines agrícolas ni pretendió ninguna otra que les reportaría positivos resultados e indudables ventajas y terminara con el abuso de los fuertes capitales. La política se concretó siempre para ellos –con muy excepcionales casos- en ser instrumento de caciques egoístas interesados solo en sus particulares miras, y los gobiernos desoyeron una vez tras otra sus razones y sus quejas, envileciéndose los pueblos y viviendo sin ideales ni aspiraciones, sin esperanza de un porvenir venturoso, esclavos de su deber y ciegos móviles de un superior mandato, y así la emigración aumenta en alarmantes proporciones dejando huérfanos lugares y aldeas, donde escasean los brazos de labranza, creando una crisis de difícil solución y que traerá con el tiempo la ruina del partido.
De quienes habitan sus lugares decía en enero de 1917 el ilustrado bañezano Elisardo Moro García, maestro e industrial funerario y titular de una fábrica de ceras que ejercía entonces de fiscal en el juzgado municipal: “… no sé cómo viven en los pueblos; ¡cuánta ignorancia, cuánta maldad y cuánta esclavitud y miseria al mismo tiempo! Tan embrutecidos viven que da pena el pensarlo, y sin embargo son dignos de lástima, y es necesario mirar por esas pobres gentes a fin de que no les atropellen y esclavicen tanto”. No era la miseria exclusiva de los pueblos, pues en el mismo dietario, en julio de aquel año, nos acerca la estampa de niñas de tres a cuatro años, anémicas y desamparadas de toda mano protectora, mendigando limosna por las casas de la ciudad comarcana.


75.-La prohibición de los mercados ganaderos en 1934 (origen de la Plaza del Ganado).-

La variación que finalizando el año 1931 se había hecho de los lugares y puestos del mercado y de la plaza del ganado generó descontentos que motivaron que por dos veces se reconsiderara por la corporación bañezana el cambio realizado, reafirmándose las dos veces en ello. En una tercera sometida a votación en la sesión del 18 de enero de 1932 el resultado fue devolver la plaza del ganado de las proximidades de la cárcel a su emplazamiento original en la de Romero Robledo, lo que provocó una crisis municipal en la que se producen las dimisiones del alcalde (que se siente desautorizado y menoscabado en su autoridad) y de algún concejal, lo que no admiten los restantes, todo ello mientras se espera resolver con los propietarios de dos fincas (Eumenio Alonso González –la del convento o fuente de los frailes- y José Marcos de Segovia –la huerta de los Quiñones-) la adquisición de una de ellas para situar allí la nueva plaza del ganado. El primero de los titulares retiró después su disposición para cederla, y el segundo presentó al poco las condiciones de su cesión (“la parte de 16.276 m2 por 55.000 pesetas, más un solar en la huerta municipal de la Avenida Pablo Iglesias de 10 metros de fachada y el fondo que la huerta permita”, solar que se tasaba en 12.000 pesetas en abril de 1934), que no cuajó, pues al inicio de dicho año, forzados por el gobierno civil, hubieron de retomarse aquellos intentos y gestiones. Se planteó la dimisión formal del alcalde Toribio González Prieto en la sesión extraordinaria del día 21 de enero de 1932, y por mayoría de cuatro votos (los de los concejales socialistas) contra tres no se aceptó.
Se recibía a la mitad de enero de 1934 un oficio del gobernador civil en el que señala que “los mercados de ganado celebrados en calles céntricas de la villa, careciendo de las condiciones más elementales de higiene, constituyen un constante y permanente foco de infección para los ganados que concurren y para la salud pública. Por ello se prohíbe la celebración del mercado de ganado vacuno en el sitio de costumbre, pudiendo habilitar provisionalmente para este fin los terrenos municipales cercanos a la cárcel. Para el mercado de cerdos pueden utilizar la plazuela de la Fuente-Matadero, higienizando antes el lugar y construyendo los cobertizos necesarios para preservar del agua y del frío a los lechones. Mientras se efectúan estas obras puede seguir celebrándose este mercado de cerdos en el sitio de costumbre (la Plaza de Fray Diego Alonso) durante no más de un mes desde la fecha. El mercado equino puede seguir provisionalmente en el sitio acostumbrado, pero a la terminación de cada feria o mercado deben de desinfectarse rigurosamente todos los lugares en que se haya celebrado. En atención a la importancia de los mercados de esa villa, procede que se construya un mercado de ganados que ha de reunir las condiciones debidas. Con tal objeto y para no lesionar los intereses de la población, creados en base a la existencia de los mercados de ganado, se autoriza la celebración provisional en los lugares expresados, pero si en el plazo de seis meses no se construye el nuevo mercado, se prohibirá la celebración de toda clase de mercados de ganado en esa villa”.
Hay dos proposiciones para adquirir terrenos para la plaza del ganado y debe verse la más ventajosa y acometer cuanto antes la construcción de la plaza, dice el concejal Porfirio González Manjarín en la sesión municipal del 17 de aquel mes, y en la siguiente, el día 24, se dirá que una comisión de concejales (de la que formó parte el edil Narciso Asensio Asensio, de la minoría socialista, como el antes citado) visitó al gobernador consiguiendo que dejase sin efecto lo notificado en la anterior hasta la construcción definitiva de la nueva plaza para el mercado de ganados.


Para adquirir los terrenos necesarios se puso a finales de febrero un bando invitando al vecindario a ofertarlos, y se cursaron invitaciones a determinados propietarios. “Resulta extraño que se le cediera a la Azucarera los solares en mejores condiciones que se hace ahora para el ayuntamiento, teniendo en cuenta que su situación económica no le permite hacer grandes desembolsos”, se dice. Hicieron propuestas de cesión en venta quienes ya las habían hecho en el intento de construir el mercado de ganados al inicio de 1932, Eumenio Alonso González una finca al Espolón o Portazgo y José Marcos de Segovia su huerta de los Quiñones, además de Gaspar Julio Pérez Alonso al camino Carboneros, Celia Alonso González la mitad de la finca el Convento, los hermanos César y José Seoanez Romero parte de su huerta al Salvador, enfrente de la Casa del Pueblo, y Valentín Pérez un trozo de su finca al camino de Cebolleros y carretera de La Coruña, además de Felipe Alba Guadián, ya en abril, de un solar al pago de las Tenerías. Interesan terrenos próximos a la población y sin condiciones, que permitan construir abrevaderos, y cercanos a la estación férrea, se dice. Se habla de la posibilidad de construir la plaza del ganado sin coste para las arcas municipales a base de edificarla un particular que la atendería por los años que se le concediera la explotación del negocio, y se contrapone a tal propuesta, que se rechaza, que “no debe admitirse que al ayuntamiento le hagan una plaza”.

El informe de los técnicos de la Junta Provincial de Fomento Pecuario (Primo Poyatos, Nicostrato Vela Esteban y Santos Ovejero) sobre la idoneidad de los terrenos para el mercado de ganados, que se leía en el pleno del 28 de marzo, señala que “el que se construya en La Bañeza será de los llamados de exportación, que requieren cercanía a vías de comunicación y no estar muy alejado del casco urbano por su gran relación comercial con la población. Se precisarán unos 14.000 metros cuadrados, incluidos sus servicios, para que pueda ser considerado como un mercado moderno. Las condiciones sanitarias precisas son agua abundante, pavimentación impermeable, y fácil eliminación de sus flujos por un alcantarillado adecuado. Los mercados modernos se construyen con pabellones cubiertos que alojan y protegen al ganado, y cerrados en todo su perímetro”. Con tales condicionantes (el alcantarillado y la traída de aguas tardarían aún muchos años en lograrse en la Bañeza), los únicos solares aceptables serían, por este orden, los de Eumenio Alonso (el más idóneo, por su situación y excelentes vías de acceso), Valentín Pérez y José Marcos de Segovia, y será este quien a primeros de abril insiste ante el alcalde en sus condiciones de cesión-venta de la huerta de los Quiñones de su propiedad, con la novedad ahora de aceptar el pago de la cantidad en que la valora, 90.000 pesetas, en dos plazos a pagar por el ayuntamiento, uno en este año y el otro en la misma fecha de 1935, que resultan admisibles a la corporación, ya que, se dice, “será suficiente para la plaza del ganado y sobrarán solares a los que el municipio hallará rendimiento”, que decide así aceptar su oferta y tramitar el presupuesto extraordinario preciso para la adquisición.

Además del destinado a plaza del ganado y de los respectivos que se ceden para cuartel dtasados cada uno entre 2.000 y 4.000 pesetas, cuya venta se anunciaba en pública subasta, restando el 2 de mayo tan solo uno sin adjudicar. Aquel mismo año La Patronal, desde su sede bañezana en la calle de Pérez Crespo, urge al ayuntamiento la inmediata construcción de la casa-cuartel o que le facilite edificarlo a sus expensas en el solar de la huerta de los Quiñones (desamortizada antaño) que meses antes había vendido al consistorio para la construcción de la Plaza del Ganado, José Marcos de Segovia, su dueño por herencia de su tío José Latas Valcarce.
e la Guardia Civil y para la construcción de un Grupo Escolar, se enajenarán el 10 de abril de 1935 once solares en la orientación sur de aquella huerta


FOTO:

Antiguo mercado de ganados en la Plaza de Romero Robledo

74.- La Escuela de Artes y Oficios que no tuvo La Bañeza.-

A pesar de ser León ya desde antiguo una provincia modelo por su alto índice de escolaridad y dotación de escuelas, todavía en el inicio de 1931 la docencia en las tierras bañezanas se hallaría en parecida situación, sino peor, que la que entonces exhibía Grajal de Campos (una villa, al fin, y por ello mejor dotada que la mayoría de los pueblos y pedanías de aquella y las demás comarcas), tan deficitaria como allí nos la presenta el investigador Vicente Martínez Encinas:
Dos escuelas regidas por un maestro y una maestra que, en un local atiborrado, impartían sus clases a ciento cincuenta niños y niñas cada uno, desde la edad de seis años hasta los catorce, teniendo como únicos medios el encerado y la tiza.
El absentismo escolar se producía por la falta de estímulo que provocaba la incultura y, a la vez, por la necesidad de llevar, lo antes posible, el pedazo de pan a la casa poblada de hijos, que consumían vorazmente el jornal mísero y aleatorio, antes de ser ganado.
El 9 de mayo de aquel año el decreto de libertad de enseñanza religiosa de la nueva República disponía que no será obligatoria en las escuelas primarias ni en ningún centro docente dependiente del Estado, pero los alumnos cuyos padres expresen su deseo de recibirla la obtendrán lo mismo que antes, impartida por el maestro o sacerdote que voluntaria y gratuitamente quiera hacerlo en caso de que para el docente resulte inadecuado o difícil impartirla, y en La Bañeza se facilitó a las familias tal elección “dentro del máximo respeto tanto a los que elijan una opción como la otra y sin diferencia en el resto de las materias del programa ni en las relaciones de camaradería infantil y afecto mutuo entre alumnos y profesorado del centro” decían sus directores al pueblo bañezano en La Opinión del día 1 de junio. El 18 de mayo el director general de Primera Enseñanza indicaba que se atendería a la inmediata creación de 25.000 escuelas, aplicando en ellas un millón de pesetas que se dedicaban a subvencionar a las instituciones particulares de enseñanza (unas de las creadas el 23 de mayo en la provincia son las de Santa María del Páramo). Se procederá después a mejorar a los maestros, cuyo número se aumenta en 5.000, y se establece en 3.000 pesetas su sueldo mínimo.  
 “Urgen escuelas”, decían en La Opinión del 10 de mayo, y en 500 se cifraban las plazas escolares que faltaban en la ciudad, y a conseguirlas instaban al alcalde Félix Cardillo Puerta, a “no consentir que estén los niños abandonados por más tiempo, y a pedir con justicia y energía pan de espíritu para sus conciudadanos”. Se demandaba días más tarde la creación de una Escuela de Artes, Oficios e Industrias, y a tal petición (que está en el ánimo de todo el vecindario de la ciudad e incluso de los pueblos de su comarca) responderá el regidor que es su voluntad y de la Conjunción Republicano-Socialista contar con un centro más general, con enseñanza que incluya el bachiller, en un edificio capaz, sencillo, higiénico, económico y práctico, a construir en un solar municipal de la calle Primo de Rivera (al poco cambiada en avenida Pablo Iglesias), para lo que ha ofrecido su concurso el ingeniero de la Azucarera, Julio Hernández Ortega, y la corporación piedra barata, maderas y dinero, y que permitirá que la clase proletaria pueda dar a sus hijos más educación que la primaria (deficiente también hasta la fecha).
A la pretensión se adhieren todos los munícipes, y deciden convocar al pueblo para exponerle su propósito y solicitar su cooperación moral y material, lo que hacen el día 28 mediante bando que lo llama a reunirse el siguiente día en el Teatro Pérez Alonso para concretar aquella idea y para que todos prohíjen la creación del centro al que se aspira, “de ineludible necesidad y realizable dentro de nuestras posibilidades”. Con la sala llena de asistentes, se volcaron todas las sociedades (de Labradores, La Caridad, Sociedad Obrera, Patronal, Casino, Círculo Mercantil, Banca, Comercio,…) con entusiasmo en el proyecto y se nombró una comisión de 23 voluntarios bañezanos integrantes de los grupos petitorios que recaudarán fondos para tan noble fin (Elías Falagán Martínez, Vicente González Prieto y su hijo Vicente González Duviz, Santiago Vidales Manjón, Conrado Blanco León y Joaquín Perandones Franco formaban parte de ellos), y se cifró en el 40% de las necesarias las plazas escolares de primaria existentes en la población, acordando tratar de conseguir conjuntamente las dos metas, aunque pasados los años la Memoria municipal de junio de 1939 señalará aún que “se carece de centros de segunda enseñanza, que tan excelente servicio cumplirían si existiesen, y con perjuicio de la instrucción de las clases humildes”.
En el pleno penúltimo del mes de agosto de 1931, el día 24, se acuerda aportar del Ayuntamiento 100.000 pesetas para la construcción del Colegio de Artes y Oficios, y se informa de la cantidad recaudada de los vecinos para ello (unas 20.000) y del ofrecimiento que de su prestación personal de trabajo ha hecho el proletariado de la ciudad. El bañezano Manuel Fernández y Fernández Núñez informa por carta al Consistorio de la posibilidad de contar en la población con una Escuela Profesional del Trabajo, de orientación y formación profesional, en lugar de las extinguidas de Artes y Oficios, y ofrece su desinteresada ayuda para ello, incluso “dando las conferencias que antes no le permitieron”. Se propone en la sesión del día 31 demoler el Edificio Estudio para construir en su solar escuelas, y se insiste desde La Opinión del 13 de septiembre en la necesidad del nuevo Grupo Escolar. Las nuevas escuelas bañezanas (secciones de graduadas, no unitarias) no estarían dispuestas para iniciar su actividad hasta el comienzo del año 1932, aunque ya a finales de 1931 se dice estar encargados de ellas los actuales maestros, uno por cada dos secciones.
Fechado en mayo de 1932 es el plano del proyecto de reforma de la casa de doña Josefina Fernández de Mata, que entonces se iniciaba en la calle Nueva, la primera en la que se ocupó de instalar el alumbrado el electricista Elías Falagán Martínez (según nos manifiesta su hija Elvira, aunque creemos que debió de tratarse de la vieja casa familiar, derribada un tiempo antes para construir la nueva en su solar, la que alumbrara Elías, representante en La Bañeza a la altura de 1933 de la Casa Alcón de Valencia de Don Juan, de radio y electricidad, y técnico al servicio de la Hidroeléctrica del Eria, otro más de los bañezanos asesinados por el franquismo en febrero de 1937), que firma el arquitecto Isidoro Saínz Ezquerra y Rozas y visa el Colegio de Arquitectos de León, encargo de variación sobre el original de la segunda planta –destinada al servicio- y producto tal vez de los afanes municipales del verano anterior (ya a estas alturas desinflados) de disponer de un centro de enseñanza que incluyera el bachillerato, y quizá en esta magnífica mansión de la viuda que nunca la habitó se pensara para alojar, después de acondicionada, aquella idea, pues que en el mismo se destinarán a la enseñanza siete aulas y al menos un gabinete de ciencias y otro de física en la “planta de ático” pudieran hacer verosímil esta hipótesis, una pretensión al cabo devenida inviable dados la lentitud y el retraso con los que por diversos avatares avanzaría la construcción de aquella residencia, rematada en 1937 (en 1940 se finaliza la colocación de las vidrieras).
El esplendido edificio terminaría por ser destinado a aquellos mismos o parecidos menesteres cuando aloje la Biblioteca Municipal que antes y desde 1942 se establece en la Casa Consistorial, y en los años cincuenta y a propuesta del director del Colegio La Bañeza lo adquiera el Ayuntamiento para instalar en el la Academia (sería dirigida por Robustiano Pollán, y en ella impartió clases Hortensia Ladrón de Guevara -doña Hortensia, profesora después en el Instituto-, de la que decía El Adelanto del 22 de febrero de 1936 que “la que fue profesora del Colegio Virgen de la Vega, contrajo matrimonio en Salamanca el día 2 con Luís Rodríguez, alto empleado de la Azucarera de La Bañeza. Fijarán su residencia en Salobreña, Granada”), un centro de enseñanza secundaria y de preparación para el ingreso en las Escuelas de Magisterio y de Comercio allí asentado hasta que en los años sesenta se construya el Instituto de Enseñanza Media (que funcionaría antes como Sección Delegada del de Astorga). La casa de doña Josefina es hoy suntuosa sede del no menos magnífico Museo de las Alhajas.
Al comenzar octubre de 1933 “el municipio bañezano que tanto alardeó de su cultura y que promovió la creación de una Escuela de Artes y Oficios que quedó en agua de borrajas” (decía El Adelanto), continuaba con las dos escuelas nacionales clausuradas, que lo habían sido en mayo por la inspectora Francisca Bohigas Gavilanes, dado su mal estado desde hacía tiempo y sus inatendidos requerimientos de adecuarlas desde septiembre de 1931, en defensa de los derechos de los 350 niños y niñas que las pueblan, y sin que el Ayuntamiento hubiera realizado las obras convenidas para dotar unas de retretes (con agua corriente y pozo séptico) y eliminar en otras su insalubridad (mien
tras que si había proveído hacía poco de servicios higiénicos las oficinas del Juzgado).