jueves, 12 de enero de 2017

100.-La huelga general contra la Azucarera Bañezana en junio de 1933 y sus efectos.- (y 4)

Por entonces se hacía preciso que desde la delegación provincial de Trabajo se recuerde mediante circular la vigencia del decreto de 28 de abril de 1931 para la contratación de obreros agrícolas del propio término en el que se realizan las faenas, legislación que los Agrarios pretendieron derogar mediado julio por la proposición parlamentaria que se les desechó, cuando había en Fabero 150 obreros en huelga por no haber alcanzado un acuerdo sobre el abono de los jornales percibidos durante el periodo de vacaciones (desde noviembre de 1931 la Ley de contratos de trabajo del ministerio de Largo Caballero establecía 7 días pagados por año). El frustrado intento (por ahora; el 30 de septiembre se materializaría en parte) de suprimir o retoca
r la Ley de términos municipales debió de generar que se aplicara con mayor celo, pues a la altura del 19 de agosto en la provincia de Madrid se habían impuesto a propietarios agrícolas de unos 22 pueblos multas por importe de 300.000 pesetas por tener contratados para la recolección segadores gallegos, junto con los portugueses, ambos por ínfimos salarios, los mayores perjudicados por aquella legislación que al igual que las Bases de Trabajo abundantemente se incumplía aquellos años y contra la que dirigirían en 1934 y 1935 su revanchismo los patronos.
Desde final de junio y durante todo julio se produce una notable avalancha de peticiones de vecindad por parte de numerosos residentes bañezanos, al amparo de las disposiciones municipales que la regulan y motivadas por lo necesario que resulta ostentarla a quienes pretenden trabajar, da-das las prioridades pactadas después de la huelga general para acceder en La Bañeza a los empleos (primero los vecinos, luego los residentes, y por último los demás domiciliados), tan escasos en general y también en la provincia leonesa, en cuya capital ya al inicio de mayo se establecía una Junta formada por el gobernador, alcalde, presidentes de las dos Federaciones Obreras (de adscripción socialista y comunista la una y anarquista la otra), e ingeniero jefe de Obras Publicas para activar toda clase de construcción que pueda poner fin al paro obrero, y se instituía el “día del parado”, en el que cada obrero activo depositará el importe de un día de trabajo destinado a los que se hallan sin él, tan abundantes como para que en aquellos tiempos en los que desde el crack de 1929 la in-migración, limitada y sujeta a contingentes, venía siendo mucho más de regreso que de ida, el ministerio de Estado envíe al Ayuntamiento bañezano (a su petición seguramente, y urgido por quienes aún pudieran ver en la emigración la solución al paro) las disposiciones que regulan la entrada de emigrantes en Inglaterra, como poco antes había remitido las que lo hacían para Colombia, y haría al inicio de diciembre con las establecidas para Francia, después de que a mitad de octubre enviara el entonces reciente Decreto sobre inmigrantes pobres, a los que el Estado facilita emigrar abonándoles el pasaje, que después han de reintegrar.A la mitad de julio se manifestaban en La Bañeza quejas sobre el funcionamiento de la Bolsa de Trabajo (no se dan de baja en ella algunos de los que hallan empleo, y otros se apuntan en la Casa del Pueblo en lugar de hacerlo en el Ayuntamiento), y se acuerda que se encargue de la misma el auxiliar de la secretaría Manuel González González.
También según lo pactado en la solución de la última huelga (de la construcción), se presenta a la Corporación a primeros de agosto el dictamen del arquitecto municipal clasificando a los albañiles que trabajan en las obras de las escuelas a efecto de adjudicarles los salarios. Se les realiza una prueba, y según ella son oficiales de primera (“el que levante ladrillo,..” establece el pacto) Cayetano González Lorenzo, Alejandro Plaza Fernández y otros. Dada la vaguedad con la que las bases acordadas califican a los oficiales de segunda, se considera acertado para aquellos el salario de 10 pesetas por jornada. Se aprueba por mayoría la propuesta, con los votos de los concejales socia-listas y el alcalde.

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